Los pollos hacen más sonidos de los que la mayoría de nosotros nos damos cuenta. Cacarean cuando están contentos, chillan cuando están asustados y cantan «buk, buk, ba-gawk» cuando ponen un huevo. Sus polluelos también vocalizan, y pueden variar ese simple sonido para indicar placer o angustia. Ahora, los científicos han desarrollado un programa de inteligencia artificial (IA) que identifica automáticamente estas llamadas SOS, un avance que podría ayudar a los agricultores a salvar miles de vidas de novatos y millones de dólares en mano de obra agrícola.
«Los resultados son un próximo paso importante hacia un indicador de bienestar de la parvada», dice Bas Rodenburg, científico de bienestar animal de la Universidad de Utrecht que no participó en el estudio. El trabajo podría incluso cambiar las actitudes del público hacia las granjas industriales, dice. En general, el público en general prefiere consumir pollos—y animales de granja en general— de productores empáticos que se preocupan por el bienestar de sus animales, según han demostrado otros investigadores.
Temprano en la vida, los polluelos emiten llamadas de angustia—chirridos agudos y repetitivos— para atraer la atención de su madre gallina, de quien dependen para calentarse y alimentarse. Ella responde con llamadas de comida, mostrándoles a los polluelos dónde buscar comida. Pero en un gallinero comercial, los pollitos gritan cuando se sienten incómodos, socialmente aislados o tienen hambre. Responder a estas llamadas puede ser la diferencia entre la vida y la muerte: Los pollos ignorados tienen más probabilidades de perder peso y morir prematuramente. Los científicos del bienestar animal han estado tratando de desarrollar métodos automáticos para ayudar a los granjeros a detectar mejor estas situaciones.
Para mejorar estos esfuerzos, los investigadores de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong grabaron las vocalizaciones de los pollos alojados en Lingfeng Poultry Ltd., un importante productor avícola de la provincia china de Guangxi. Las aves se mantienen en jaulas apiladas (tres jaulas por pila y de 13 a 20 individuos por jaula), con alrededor de 2000 a 2500 pollos en cada establo.
En el transcurso de un año, los investigadores registraron el entorno, captando todo, desde los sonidos naturales de la granja, como los trabajadores que limpian con manguera los pisos del establo, hasta las llamadas de socorro de los pollitos. Luego transformaron todos estos ruidos en imágenes de sonido conocidas como espectrogramas y usaron las imágenes para entrenar un tipo de programa de inteligencia artificial llamado aprendizaje profundo. Se han desarrollado programas similares para reconocer la estados emocionales de las vacas en las granjas lecheras.
Usando los sonidos grabados de los establos, así como los sonidos hechos en tiempo real en una demostración en vivo, el algoritmo rápidamente y con éxito identificó el 97% de las llamadas de socorro mientras los pollos los hacían, distinguiéndolos de otros sonidos de pollo y del ruido general del establo, informa hoy el equipo en el Revista de la interfaz de la Royal Society.
Aún así, «se necesita más trabajo» para que la investigación sea «comercialmente viable en entornos del mundo real», dice Marisa Erasmus, científica de comportamiento y bienestar animal de la Universidad de Purdue que no participó en este estudio, un hecho que los científicos de Hong Kong reconocen, también. Sin embargo, debido a que el enfoque funcionó en tiempo real cuando los pollos hacían llamadas de socorro, es un gran avance, dice ella. “Lleva a los investigadores un paso más cerca de poder monitorear la salud y el bienestar de los animales de granja automáticamente”.
Ella y Rodenburg pueden imaginar, por ejemplo, un sistema de advertencia en una gran granja comercial que alerte a los trabajadores sobre una jaula específica donde un pollito está en peligro, para que puedan brindar la atención necesaria y oportuna. Y eso podría conducir a un futuro con muchos más cloqueos felices.