El viernes también marca el punto medio del modelo de gobierno de 50 años acordado por Gran Bretaña y China bajo el cual la ciudad mantendría cierta autonomía y libertades, conocido como Un país, dos sistemas.
El aniversario solía ser un excelente ejemplo de esas libertades en acción.
Durante décadas después de la entrega, en paralelo a las celebraciones oficiales, cada 1 de julio, cientos de miles de residentes participaban en una marcha para expresar sus quejas políticas y sociales.
Pero esa marcha, como todas las reuniones masivas en Hong Kong, ha sido prohibida por la policía durante los últimos dos años, bajo una combinación de restricciones por el coronavirus y medidas de seguridad.
Los críticos dicen que la represión, reforzada por una ley de seguridad nacional impuesta por Beijing en 2020, ha traicionado la promesa de que Hong Kong mantendría su forma de vida después del traspaso.
“Hicimos una promesa al territorio y a su gente y tenemos la intención de mantenerla, haciendo todo lo posible para que China cumpla con sus compromisos”, dijo el jueves el primer ministro británico, Boris Johnson.
En los Estados Unidos, el secretario de Estado Antony Blinken lamentó una «erosión de la autonomía» en la ciudad y dijo: «Nos solidarizamos con la gente de Hong Kong y reforzamos sus llamados para que se restablezcan las libertades prometidas».
Pero Xi insistió el jueves en que Un país, dos sistemas garantizaría «la estabilidad y la prosperidad a largo plazo en Hong Kong».