Unos 300 peruanos marcharon el miércoles en Lima para exigir la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y de los miembros del Congreso, en un reinicio de las extensas protestas de diciembre a febrero que obtuvieron en los Andes y abandonaron más de 60 muertos.
Los manifestantes se desplazaron de forma pacífica por las calles del centro histórico de la capital, donde en febrero se prohibieron las marchas antigubernamentales por orden del alcalde Rafael López-Aliaga, ultraconservador y aliado de la mandataria.
Si bien se habían apaciguado las protestas en la capital las manifestaciones, en la región sureña de Puno, fronteriza con Bolivia, las marchas han sido recurrentes.
Hace una semana, en el día de la bandera local, peruanos de zonas rurales marcharon con banderas con colores negro y blanco, en señal de duelo por la muerte a inicios de enero de 18 civiles a tiros en enfrentamientos con la policía.
Shirley Muñoz, una vendedora de cosméticos de 51 años, agitaba el miércoles una bandera de Perú junto a policías antidisturbios. “Si es madre, si es mujer, que piense en los jóvenes que han muerto y que renuncie para que esté en paz con su conciencia”, dijo la mujer en referencia a la presidenta Boluarte.
Angie Quispe, una trabajadora doméstica de 31 años, marchó junto a su hijo Liam, de siete meses de nacido, para exigir la renuncia de la mandataria, pero también para pedir una mejora de su salario. “Desde que empezó el gobierno de Dina, no hay ninguna mejora para los trabajadores”, requerida.
Las propuestas para adelantar las elecciones presidenciales y parlamentarias, que se debatieron a inicios de año en medio de las protestas, no parecen interesar al Congreso, que ha presentado al archivo cinco planes que buscaban acortar el mandato de Boluarte y de los 130 legisladores.
Tanto el Parlamento unicameral como la presidenta mantienen elevados índices de impopularidad, según todas las encuestas. La firma Ipsos Perú reveló un reciente sondeo nacional de junio donde el 81 % de los peruanos rechaza la labor del Parlamento, mientras que el 77 % desaprueba la gestión de la mandataria.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Naciones Unidas coincidieron en mayo en que las fuerzas de seguridad hicieron un uso excesivo de la fuerza al reprimir las manifestaciones antigubernamentales que obtuvieron después de que el 7 de diciembre el entonces presidente Pedro Castillo intentó disolver el Parlamento para evitar ser removido del cargo.
Horas después, la tarde del 7 de diciembre, el Congreso destituyó a Castillo por incapacidad moral. Le sucedió Dina Boluarte, quien era vicepresidenta.
Las manifestaciones contra su gestión obtienen en el sur de los Andes, donde se concentra gran parte de la riqueza minera y turística del país, y en zonas con enorme identificación con Castillo, ahora en prisión preventiva por tres años mientras es procesada por los presuntos delitos de rebelión y corrupción.
El saldo de las protestas fue de 49 manifestantes muertos en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, según la Defensoría del Pueblo. Otros 11 civiles perecieron en accidentes de tránsito o bloqueos de vías por los manifestantes. Siete uniformes también aparecieron.
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