Bandera de Nigeria -Una década después del impactante secuestro de 276 colegialas por Boko Haram en Chibok, sobrevivientes como Lisu, seudónimo utilizado para proteger su identidad, todavía luchan con las duras realidades de la vida después del cautiverio. A pesar de escapar de las garras del grupo militante islamista y soportar las duras condiciones del bosque de Sambisa, donde tuvo dos hijos en cautiverio, la difícil situación actual de Lisu bajo el cuidado del Estado pinta un panorama sombrío de negligencia y restricción.
En una entrevista exclusiva y encubierta, Lisu compartió su desilusión con el programa de rehabilitación del gobierno. Reveló que la libertad y el cuidado prometidos parecen mucho menores de lo que experimenta ahora. "me arrepiento de volver," confesó, describiendo su vida en un alojamiento grupal para fugitivos como peor que su tiempo en cautiverio.
"Las autoridades nos tratan muy mal," Se lamentó Lisu. Describió una vida en la que las necesidades básicas como comida y jabón son escasas, sus movimientos están fuertemente vigilados y enfrenta abusos verbales regulares por parte del personal. Este trato contrasta marcadamente con la narrativa del gobierno, que insiste en una provisión adecuada y una libertad restringida sólo por motivos de seguridad.
Amina Ali, la primera niña de Chibok que escapó de Boko Haram en 2016, se hace eco de este sentimiento. Al regresar a Chibok, Amina queda sorprendida por los cambios superficiales en la escuela, una vez destruida, ahora reconstruida, pero la ciudad aún sufre de inseguridad y abandono. . "Todo es sólo una fachada," dijo, señalando la peligrosa y constante realidad fuera de las puertas de la escuela.
El viaje de Amina de regreso a la normalidad ha estado plagado de promesas incumplidas. Después de un regreso de alto perfil y garantías de los niveles más altos del gobierno, ahora vive en la pobreza en Yola, compartiendo una habitación estrecha y comodidades básicas con su hija. "El presidente prometió cambiar nuestras vidas para mejor… esa promesa nunca se cumplió," compartió, su voz cargada de decepción.
La respuesta del Estado a estas acusaciones sigue siendo desdeñosa. El gobierno del estado de Borno sostiene que todas las medidas son para la seguridad y el bienestar de los supervivientes, una afirmación que muchos, incluidos Lisu y Amina, cuestionan fervientemente.
Mientras la comunidad de Chibok celebra este sombrío aniversario, la narrativa del retorno y la rehabilitación de muchas de estas jóvenes sigue siendo tan controvertida y dolorosa como su secuestro inicial. Su lucha constante pone de relieve el complejo y a menudo decepcionante viaje de recuperación y las profundas cicatrices que dejan esas experiencias traumáticas.