La actividad física y la capacidad de ejercicio de las personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) parecen estar relacionadas con la densidad de población, la longitud de las calles peatonales, la pendiente del terreno y la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2) en el entorno de sus casas, según un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Obra Social ”la Caixa”.
El estudio, publicado recientemente en Investigación Ambiental, encontró que una mayor densidad de población se asoció con menos pasos dados por los pacientes, más tiempo sedentario y peor capacidad de ejercicio (encontrándose una asociación más fuerte en personas con síntomas de depresión). Las longitudes de calles peatonales más largas se asociaron con más pasos y menos tiempo sedentario. La pendiente más pronunciada se asoció con una mayor capacidad de ejercicio. Finalmente, una mayor exposición a largo plazo al NO2 (un indicador de la contaminación del aire relacionada con el tráfico) se asoció con más tiempo sedentario y más dificultad con la actividad física.
Los investigadores concluyeron que estos factores ambientales del vecindario deben ser considerados en los contactos clínicos con los pacientes y al desarrollar políticas de planificación urbana y de transporte destinadas a promover la actividad física en pacientes con una enfermedad crónica. La investigación sobre el entorno urbano ha ignorado a menudo a esta población, que actualmente representa aproximadamente el 35 % de los habitantes urbanos de Europa.
La EPOC se caracteriza por una limitación progresiva del flujo de aire que provoca dificultad para respirar y, a menudo, limita la capacidad para realizar las actividades diarias. Los pacientes suelen ser menos activos que los controles sanos desde las primeras etapas de la enfermedad y esta inactividad tiene un efecto negativo en el pronóstico de la EPOC. Por tanto, se recomienda la actividad física a los pacientes con EPOC y es fundamental conocer y comprender qué factores, además de la propia enfermedad, pueden influir en los hábitos de actividad física de los pacientes.
Una pregunta de investigación novedosa
El estudio tuvo como objetivo estimar, en pacientes con EPOC leve a muy grave, la asociación entre el entorno urbano y tres variables: actividad física objetiva (recuento de pasos diarios y tiempo sedentario), experiencia de actividad física (dificultad percibida durante la actividad) y capacidad de ejercicio funcional (distancia recorrida durante seis minutos de caminata).
El estudio utilizó datos de 404 pacientes con EPOC de un estudio multicéntrico realizado en cinco municipios costeros de Cataluña (Badalona, Barcelona, Mataró, Viladecans y Gavà). El ochenta y cinco por ciento de los pacientes eran hombres y la edad media era de 69 años. En promedio, los pacientes caminaron 7524 pasos por día.
Para estimar los factores ambientales urbanos a los que estuvo expuesto cada paciente, los investigadores utilizaron direcciones residenciales geocodificadas para determinar la densidad de población del tramo censal, la longitud de las calles peatonales en el vecindario, la pendiente del terreno y la exposición a largo plazo (es decir, anual) a ruido del tráfico rodado, NO2 y material particulado (PM2.5).
Hallazgos del estudio: cuatro asociaciones
«Un primer resultado sorprendente es que una mayor densidad de población se asoció con peores resultados de actividad física y capacidad en pacientes con EPOC», comentó Maria Koreny, personal externo postdoctoral y autora principal del estudio.
“Se pensaba que la densidad podía tener un efecto estimulante porque se asocia a más comercios y servicios, así como a un mejor transporte público, pero cuando la densidad es muy alta —como en Barcelona, donde se reclutó al 46% de los pacientes— podría haber efectos negativos debido al aumento de los peligros del tráfico, los humos y el ruido».
Además, se encontró que el efecto negativo de la alta densidad de población era mucho más fuerte en pacientes con síntomas de depresión, quizás debido a la vergüenza causada por síntomas como dificultad para respirar y dificultad para caminar en público.
En segundo lugar, con respecto a la longitud de la calle peatonal, que se relacionó con más pasos y menos tiempo sedentario, Koreny comentó: «Existe un debate sobre si la longitud de la calle peatonal fomenta directamente más caminar o si esta asociación podría explicarse por el hecho de que más Las pasarelas peatonales reflejan niveles más bajos de contaminación del aire, aunque nuestro análisis no respalda esta última hipótesis».
En tercer lugar, el estudio encontró que una pendiente más pronunciada se asoció con una mayor capacidad de ejercicio. Según Koreny, «los pacientes con EPOC que viven en un vecindario montañoso pueden beneficiarse de un efecto de entrenamiento continuo».
Finalmente, el estudio mostró que niveles más altos de NO2 niveles se asociaron con más tiempo sedentario y la experiencia de mayor dificultad con la actividad física. Se cree que niveles más altos de contaminación del aire podrían aumentar la dificultad para respirar en pacientes con EPOC, quienes podrían reducir el esfuerzo para evitar la sensación de falta de aire, lo que a su vez conduciría a un desacondicionamiento muscular y cardiorrespiratorio.
PM2.5 y la exposición al ruido no se asoció con la actividad física o la capacidad de ejercicio.
Usar los hallazgos para desarrollar estrategias
«Nuestros hallazgos tienen implicaciones para la investigación, la gestión clínica y la política de salud urbana», comentó la última autora, Judith García-Aymerich, jefa del Programa de Enfermedades No Transmisibles y Medio Ambiente de ISGlobal.
«Estos hallazgos permitirán el desarrollo de estrategias para promover de manera efectiva la actividad física en pacientes con EPOC», señaló García-Aymerich. Un ejemplo sería aconsejar a estos pacientes que caminen en barrios montañosos (para mejorar su capacidad de ejercicio funcional) y en zonas menos contaminadas o en horas del día de menor contaminación (para aumentar su actividad física y mitigar los efectos negativos del tráfico aéreo). contaminación).
Agregó que «será interesante explorar más a fondo el probable papel ‘utilitario’ de las calles peatonales, así como las características del entorno a microescala, por ejemplo, la disponibilidad y el estado de los bancos, y cómo estas características pueden integrarse en las intervenciones. promover la actividad física”.
Los investigadores también subrayaron la importancia de abordar los sentimientos de vulnerabilidad de los pacientes asociados con la enfermedad crónica, como la dificultad para respirar o la vergüenza de ser vistos con movilidad limitada en la EPOC, ya que pueden contrarrestar los efectos positivos de los factores ambientales (p. ej., calles habitables) observados en la población en general. «Es necesario abordar estas posibles barreras a la actividad física, especialmente con respecto a los pacientes con problemas de salud mental», explicó García-Aymerich.
Un estudio asocia la actividad física vigorosa regular con una mejor respuesta cardíaca al ejercicio en personas con EPOC
Maria Koreny et al, Ambiente urbano y actividad física y capacidad en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica, Investigación Ambiental (2022). DOI: 10.1016/j.envres.2022.113956
Citación: El estudio muestra cómo el entorno urbano influye en la actividad física en pacientes con EPOC (14 de octubre de 2022) recuperado el 15 de octubre de 2022 de https://medicalxpress.com/news/2022-10-urban-environment-physical-copd-patients.html
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