Después de casi medio siglo de vida en el Reino Unido, Nelson Shardey, de 74 años, de Wallasey, Wirral, se ve envuelto en una pesadilla burocrática que cuestiona su derecho a la residencia permanente. Shardey, que ha pasado 46 años en el Reino Unido creyéndose efectivamente británico, descubrió en 2019 que el Ministerio del Interior no lo reconocía como tal.
Habiendo llegado al Reino Unido en 1977 con una visa de estudiante para estudiar contabilidad, la vida del Sr. Shardey dio un giro cuando los disturbios políticos en Ghana cortaron su apoyo financiero, lo que lo llevó a aceptar varios trabajos, incluidos puestos en destacadas empresas británicas como Mother’s Pride y Pasteles de Kipling. A lo largo de sus años en el Reino Unido, se casó con mujeres británicas, crió a dos hijos y dirigió su propio negocio sin que jamás se cuestionara su estatus de residencia. Su compromiso con el Reino Unido quedó aún más demostrado cuando recibió un premio policial por su valentía en 2007 tras intervenir durante un robo.
Sin embargo, la muerte de su madre en 2019 reveló su precaria situación cuando solicitó un pasaporte para regresar a Ghana para su funeral, solo para descubrir que no era considerado ciudadano británico. Las instrucciones posteriores del Ministerio del Interior fueron que Shardey se embarcara en un costoso camino de 10 años hacia un acuerdo, una directiva que supuso un profundo shock dadas sus profundas raíces y contribuciones a la comunidad.
Las demandas financieras de este proceso, estimadas en aproximadamente £17.500 durante diez años para residencia legal y servicios de salud, están fuera del alcance del Sr. Shardey, particularmente ahora que se está recuperando de un cáncer de próstata. Esta situación le ha obligado a él y a su familia a buscar apoyo público a través del crowdfunding para impugnar legalmente la decisión del Ministerio del Interior.
Los expertos legales y la familia del Sr. Shardey sostienen que sus amplios vínculos con el Reino Unido y sus importantes contribuciones a la sociedad justifican una excepción a los protocolos de inmigración estándar. Su caso subraya cuestiones más amplias dentro del sistema de inmigración del Reino Unido, en particular el trato a los residentes de larga duración atrapados en cambios de políticas y omisiones procesales.
A medida que se desarrolla la batalla legal, la familia Shardey mantiene la esperanza de que se reconozca la dedicación de Nelson a su hogar adoptivo, lo que le permitirá pasar sus últimos años en el país que durante mucho tiempo ha considerado suyo.
Mientras tanto, la comunidad y sus partidarios apoyan al Sr. Shardey, enfatizando el costo humano de las políticas de inmigración y la necesidad de un enfoque compasivo ante las circunstancias únicas de los residentes de larga data.