El primer ministro somalí, Hamza Abdi Barre, nombró el martes a un cofundador y portavoz de Al-Shabaab como ministro de asuntos religiosos, una medida que podría ayudar a fortalecer la lucha contra los insurgentes o provocar más enfrentamientos entre clanes.
Mukhtar Robow tenía una recompensa de 5 millones de dólares estadounidenses por su cabeza después de que cofundó Al-Shabaab, vinculado a Al Qaeda, y se desempeñó como portavoz del grupo.
Los insurgentes de Al-Shabaab han matado a decenas de miles de personas en bombardeos en su lucha por derrocar al gobierno central de Somalia respaldado por Occidente e implementar su interpretación de la ley islámica.
Robow se separó del grupo en 2013 y denunció públicamente a Al-Shabaab cuando llegó al lado del gobierno en 2017.
Pero la relación se agrió después de que se volvió demasiado poderoso políticamente. El gobierno anterior de Somalia arrestó a Robow en diciembre de 2018 mientras hacía campaña para la presidencia regional del estado del suroeste.
Las fuerzas de seguridad mataron a tiros al menos a 11 personas en las protestas que siguieron, lo que provocó críticas de las Naciones Unidas.
El nuevo trabajo de Robow provocó una ráfaga de hashtags en Twitter alardeando de que lo había hecho #FromPrisonertoMinister. Había estado bajo arresto domiciliario hasta hace poco.
Su nombramiento podría ayudar a fortalecer las fuerzas gubernamentales en su región natal de Bakool, donde los insurgentes controlan cantidades sustanciales de territorio pero donde Robow también cuenta con apoyo. O podría avivar las llamas con el presidente de la región, quien lo ve como un rival político.
“Damos la bienvenida a su nombramiento. La medida promoverá la reconciliación y servirá como un buen ejemplo para más deserciones de alto nivel de Al-Shabab”, dijo el analista político Mohamed Mohamud.
“Los miembros de Al-Shabaab que podrían estar pensando en rendirse… pueden soñar con servir a su país al más alto nivel”.
El nuevo presidente Hassan Sheikh Mohamud, elegido por los legisladores en mayo, prometió llevar la lucha a los insurgentes después de tres años en los que su predecesor, consumido por las luchas políticas internas, tomó pocas medidas contra Al-Shabaab.
Eso permitió a los insurgentes acumular importantes reservas de efectivo y llevar a cabo ataques en una amplia franja de Somalia. La semana pasada, decenas de combatientes de Al Shabaab y las fuerzas de seguridad etíopes murieron en enfrentamientos a lo largo de la frontera compartida de las dos naciones.