Según los informes, los niños son amenazados por expresar sus propias opiniones, encontró.
La situación de los derechos humanos en Bielorrusia sigue siendo grave y está empeorando, dijo el martes el relator especial de la ONU para el país.
Anaïs Marin advirtió al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que el régimen del líder bielorruso Alexander Lukashenko está purgando deliberadamente a la sociedad civil de sus últimas voces disidentes.
«La situación sigue siendo catastrófica», subrayó. «Desafortunadamente, está empeorando todo el tiempo».
Marin, que lleva cinco años en el cargo, recordó al Consejo que lo había alertado hace dos años sobre el «giro totalitario» de Minsk, evidenciado por el «desprecio por la vida y la dignidad humanas» durante la represión de los manifestantes pacíficos tras una elecciones presidenciales amañadas en 2020.
Según Marín, «la falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos está alimentando un clima de miedo entre las víctimas y sus familias».
En su declaraciónMarín informó que más de 1.500 personas siguen detenidas por motivos políticos, con un promedio diario de 17 detenciones arbitrarias desde 2020.
«Tengo buenas razones para creer que las condiciones de detención se endurecen deliberadamente para los condenados por motivos políticos, al colocarlos en celdas disciplinarias por infracciones menores de las normas penitenciarias», dijo.
Los defensores de los derechos humanos se enfrentan a una persecución constante, añadió, y más de 1.600 «organizaciones indeseables han sido disueltas por la fuerza, incluidos todos los sindicatos independientes restantes».
«Esto ilustra una política deliberada del Estado para purgar el espacio cívico de sus últimos elementos disidentes», continuó.
Marin también afirmó que los medios independientes habían sido tildados de «organizaciones extremistas», mientras que la libertad académica estaba siendo «atacada sistemáticamente».
“El control ideológico y las medidas disciplinarias restringen la libertad de opinión y expresión”, denunció.
La educación primaria y secundaria también están sujetas a «control ideológico», con niños «desanimados de expresar sus propias opiniones» y sujetos a «amenazas y consecuencias» por opiniones disidentes.
A Bielorrusia se le ofreció inmediatamente la palabra en el Consejo de Derechos Humanos para que respondiera, pero ningún representante estuvo presente.