En 1971, el locutor de radio John Peel presentó al músico de 24 años que aparecía en una transmisión de Elección de los estallidos como “un joven que escribe buenas canciones y hace buenos discos, pero parece que nunca obtiene el reconocimiento que merece”. Al principio de su carrera, el artista nacido como David Robert Jones no parecía que se dirigiera hacia el estrellato. Su primer instrumento a los 13 años no fue guitarra ni piano, sino saxofón. Saltó de banda pequeña a banda pequeña en la escuela secundaria, rebautizándose como Davy Jones y luego, para evitar confusiones con el cantante de Monkees, como David Bowie. En 1967 lanzó un álbum homónimo de rock estilo music-hall en un sello pequeño, pero rechazaron algunos de sus sencillos y la sociedad se derrumbó. Se alojó en un monasterio budista en Escocia, se unió a un grupo de mimos y se interesó en el arte escénico experimental. Aterrizó en Mercurio gracias a algunas conexiones afortunadas, y permaneció relativamente fuera del radar hasta cinco días antes del lanzamiento del Apolo 11 en 1969, cuando su sencillo cósmico «Space Oddity» lo catapultó brevemente a la conciencia general. Pero al año siguiente su tercer disco, el ecléctico y sin single El hombre que vendió el mundoencontró la mayor parte de su éxito en su ciudad de Beckenham, Inglaterra.
Bowie, talentoso pero creativamente desordenado, se encontró en una encrucijada. “A principios de los años 70, todo empezó a encajar para mí en cuanto a lo que me gustaba hacer”, reflexionó en 2014. “Lo que disfruté fue poder hibridar diferentes tipos de música…. Realmente no vi el punto de tratar de ser tan purista al respecto”. Con esta perspectiva revivida, junto con un viaje transformador a los Estados Unidos en 1971, donde se codeó con musas creativas como Andy Warhol y Lou Reed, Bowie se volvió «más cínico» sobre los límites del mundo artístico y más inventivo sobre su lugar en eso. Cuando regresó a Inglaterra, con su hijo recién nacido y un piano que le regaló un vecino, el joven artista armó lo que se convertiría en su cuarto disco, el primero que coprodujo y el primero después de firmar con RCA: dory. En sus palabras, fue “el álbum en el que dije ‘Sí, entiendo lo que tengo que hacer ahora’”.
simetría divinasubtitulado Un viaje alternativo a través de Hunky Dory, es la última caja que explora la obra de Bowie. La colección 4xCD analiza el año previo al lanzamiento del álbum; incluye pistas inéditas, demostraciones, grabaciones en vivo y sesiones de estudio de la época, así como mezclas actualizadas. La música va acompañada de un libro de 100 páginas con facsímiles de documentos primarios, ideas de expertos como el coproductor Ken Scott y notas de Tris Penna; también hay un folleto separado escrito a mano por Bowie que brinda una mirada íntima a su proceso a través de notas al pie descuidadas, acordes descartados y garabatos de moda. Es una mirada a su mente durante la transición más importante de su carrera, una mirada retrospectiva a él ensayando el carácter de sí mismo.