Del 14 de abril de 2023 al 27 de agosto de 2023, el Pequeño Palacio en París presenta una exposición dedicada a sarah bernhardt(1844-1923), figura emblemática que abarcó los siglos XIX y XX.
Fuente: Petit Palais · Imagen: Georges Clairin, “Retrato de Sarah Bernhardt”, 1876. Óleo sobre lienzo, 250×200 cm
El «Sara divina”, que además de actriz fue artista, ocupa el centro del escenario del Petit Palais en una exposición excepcional con motivo del centenario de su muerte. El museo alberga importantes colecciones de obras vinculadas a la actriz, entre ellas el espectacular retrato que le pintó en 1876 su amigo Georges Clairin y donó su hijo Maurice.
Con más de cuatrocientas obras, la exposición recorre la vida y la carrera teatral de este “monstruo sagrado”, como la bautizó Jean Cocteau. Una legendaria intérprete de los mejores papeles de Racine, Shakespeare, Edmond Rostand y Alexandre Dumas fils, entre otros, Sarah Bernhardt fue de triunfo en triunfo en los teatros de todo el mundo.
La exposición evoca sus mejores papeles a través de los disfraces que usó en el escenario, fotografías, pinturas, carteles y otros recuerdos. Su “voz de oro” y su figura alta y esbelta –inusual en aquellos días– cautivaron al público, así como al mundo artístico y literario, quienes simplemente la veneraron. Fue amiga de pintores como Gustave Doré, Georges Clairin, Louise Abbéma y Alphonse Mucha, pero también de escritores como Victor Hugo, Victorien Sardou y Sacha Guitry, así como de músicos y compositores como Reynaldo Hahn. Ella misma era una artista, y toda una sección de la exposición se centra en este aspecto menos conocido de su vida.
Fotografías, pinturas e incluso una película revelan el lado privado de su arte, pero también la publicidad que buscaba para su trabajo como artista. Una serie de objetos que le pertenecieron también ilustran la vida personal de Sarah Bernhardt y su gusto por la excentricidad: sus diversos hogares, sus lujosos y eclécticos interiores y su guardarropa. Sarah Bernhardt puede considerarse una auténtica estrella adelantada a su tiempo, en constante búsqueda de nuevas tendencias y utilizando su imagen para su propia publicidad. El frenesí de emoción popular que saludó su muerte en 1923, a la edad de 79 años, anticipó el culto de las grandes estrellas cinematográficas del siglo XX.