Cuando a solo cuatro días de su toma de posesión el presidente colombiano Gustavo Petro hizo firme su promesa de reanudar las conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), no solo los guerrilleros respiraron con alivio. Cuba también tuvo motivos para celebrar la llegada a La Habana de una delegación de alto nivel del gobierno de Colombia y su reunión con los negociadores del ELN.
La voluntad del izquierdista Petro de alcanzar “la paz total” en el país suramericano significa por fin sacar del limbo indefinido al proceso de paz con la guerrilla en activo más antigua de Latinoamérica, pero también podría ayudar a reforzar la posición de Cuba en la arena internacional, en un momento en el que la isla busca aliados que puedan ayudar a aliviar su actual crisis económica, la más seria en años, señalan expertos.
Chile y España se han ofrecido como anfitriones de esta etapa en las conversaciones, sin embargo, Petro ha afirmado más de una vez que dejar en manos del ELN la última palabra en este sentido.
Lealtad recompensada
Los diálogos entre el Gobierno y el ELN comenzaron de manera formal en Quito, Ecuador, en 2017, durante el segundo mandato del presidente colombiano Juan Manuel Santos (2010-2018), y en mayo de 2018 fueron trasladados a La Habana, donde ya Santos había completado un exitoso proceso de paz con las FARC en 2016.
El cambio de Gobierno con la llegada de Iván Duque (2018-2022) a la Casa de Nariño traería cambios, no solo para el proceso, sino para las relaciones bilaterales entre Bogotá y La Habana. Un sangriento ataque del ELN a la escuela de cadetes de la capital colombiana, en el que aparecieron más de 20 personas, fue el detonador que precipitó el fin de las conversaciones.
El Gobierno de Duque emitió órdenes rojas de captura para diez guerrilleros del ELN que formaban parte de la delegación de paz y exigió a Cuba su devolución. La Habana se escudó en el cumplimiento de los protocolos diplomáticos de los diálogos en caso de ruptura y se negó rotundamente a actuar. Reducidos a un estatus de fugitivos, los delegados del ELN permanecieron en La Habana con muy bajo perfil y protegido por un fuerte esquema de seguridad.
«La actitud del Gobierno colombiano (…) es una violación del acuerdo suscrito por el Estado colombiano con seis países garantes, sin precedente muy grave que pone en riesgo la búsqueda de soluciones negociadas en el mundo, y que, en la nación sudamericana -tal parece- pretende tirar la puerta a la cara de la paz», insistió en mayo de 2020 el diario oficial cubano Granma.
La decisión de proteger a los guerrilleros tensó hasta casi el punto de quiebre las relaciones entre Colombia y la isla. La administración del expresidente estadounidense Donald Trump acusó a La Habana de colaborar con terroristas y la devolvió a la lista donde anualmente incluye a países que patrocinan el terrorismo, con las sanciones que esto conlleva.
“A Cuba no le fue tan bien, porque lo aumentó en la excusa para una ofensiva diplomática en ese país”, reconoció Petro en julio pasado tras reunirse en Bogotá con embajadores de América Latina y el Caribe, entre los que se el jefe de la misión cubana.
Ahora, con la reanudación de las conversaciones y teniendo en cuenta pasadas experiencias, mantener el diálogo en Cuba sería la respuesta que cabría esperar por parte de la guerrilla.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel dejó claro su apoyo durante un encuentro el pasado agosto con las delegaciones del Gobierno colombiano y el ELN.
“Cuba hará todos los esfuerzos posibles. Estamos dispuestos a continuar como garantes. Estamos a ser sede alternativa, junto a otra sede para el diálogo político con el ELN”, aseguró Díaz-Canel, dejando claro que la isla continuaría apoyando el proceso aún si no continúa como sede.
Un paso simbólico
poco despues de la visita de la delegación gubernamental colombiana a La Habana, Petro anunció que levantaba las órdenes de captura contra los 10 delegados de paz del ELN como un gesto para adelantar el proceso. En respuesta, la guerrilla libero a cinco soldados y un policia que prisionera.
“Cuando el presidente Trump salió de la Casa Blanca, una de sus últimas medidas fue colocar a cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo utilizando precisamente como justificación el tema de los diálogos con el ELN”, recordó a la Voz de América el director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de Florida, Jorge Duany.
«La negativa de extraditar a diez miembros de ese grupo de guerrilleros colombianos fue lo que se citó en ese informe para poner a Cuba en esa lista, así que si este proceso de paz se renueva, es más difícil sostener que esa es la razón por la cual Cuba apoya al terrorismo», señaló el investigador, quien insistió en que eso podría “servir a la Administración Biden como base para revisar esa política”.
Cuba, en medio de una de las crisis económicas más aguda de su historia reciente, necesita ahora más que nunca el apoyo de la comunidad internacional. Su estatus como país patrocinador del terrorismo dificulta su nivel de gestión y la ayuda necesaria que podría recibir de otras naciones.
“Hasta ahora la Administración Biden no ha tomado ninguna acción al respecto. Es un pequeño elemento, pero puede ser simbólico, porque tener a Cuba en esa lista, además de las sanciones a existentes y el embargo vigente desde hace mucho tiempo, dificulta las relaciones con otros países”, insiste Duany.
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