Considerar sacádicos un experimento fructífero. Comenzó en 2018, cuando el sello ugandés Nyege Nyege Tapes invitó al productor británico Rian Treanor a realizar una residencia en Kampala. Después de escuchar una grabación del maestro del violín local Ocen James, supo que deberían colaborar. Aunque James no tiene lanzamientos grabados anteriores, ha sido un fijo en el norte de Uganda durante años, acompañando a artistas como Leo PaLayeng y otim alfa en su desarrollo de acholitronix, una versión del siglo XXI de la música tradicional del pueblo Acholi. Tiempo álbumes de Nyege Nyege han documentado este trabajo antes, sacádicos toma un rumbo diferente, reuniendo a dos artistas de distintos orígenes musicales para encontrar un terreno común e inexplorado. El resultado es una colección de pistas novedosas y completamente formadas que revelan cómo la colaboración reconfigura de manera única las producciones laberínticas de Treanor.
Treanor quería que su trabajo con James se sintiera como una división equitativa entre sus inclinaciones individuales, y ese sentimiento es claro desde el principio. El tema de apertura, “Bunga Bule”, es todo ruido de percusión, y su abrazo de timbres sin procesar se desvía de las típicas texturas electrónicas de Treanor. Es equilibrado en comparación con su álbum de 2020. Archivo bajo metaplasma del Reino Unidoun proyecto inspirado en las vertiginosas velocidades de Tanzania soltera. Comprender las raíces de la música acholi es clave aquí: históricamente, se ha definido por los ritmos de hemiola, y el instrumento que toca James, el rigi rigi, se usa típicamente en las ceremonias de larakaraka, que son reuniones sociales relacionadas con bodas o para impartir sabiduría a los niños. . Esas canciones rasgo largo conjuntos con calabazas, tambores, silbatos, cuernos y flautas. Son las melodías tensas y sinuosas del violín las que ayudan a guiar y mantener todo unido.
Puedes escuchar la imponente presencia del rigi rigi en “Agoya”. Sus estruendosas patadas de ametralladora golpean una y otra vez, hasta que el violín de James llega con graznidos juguetones. Estas melodías sonarían como en casa en la ensoñación hipnótica de un club nocturno de Berlín, y lo mismo ocurre con una canción más tradicional como “Rigi Rigi”. Su ritmo sincopado avanza con una energía propulsora infinita, brindando la exhibición más magistral del álbum del instrumento característico de James. Cada cambio sutil en el tono y el tono es palpable y su raspidez impredecible es una delicia. Es raro escuchar una grabación que coloque al instrumento titular tan adelante en la mezcla, lo que hace de esta una oportunidad esclarecedora para experimentar el rigi rigi en todo su esplendor.
Hay momentos a través sacádicos que sesgan hacia antecedentes vanguardistas; Tomemos como ejemplo el ruidoso estrépito de “As It Happens”, que se parece al trabajo del violonchelista Okkyung Lee. A pesar de las difíciles inclinaciones de improvisación libre de esta pista, hay es un puente que conecta los dos mundos. Cuando la canción llega a su clímax con un estruendo extraordinario, lo suficientemente dramático como para sonar como motores acelerando, la fuerza pura del tambor es innegable; recuerda el papel autoritario del min bul («tambor maestro») en la música acholi.