Una guía local advierte en un tramo del recorrido: “aquí apaga los teléfonos, no grabar ni sacar fotografías”. A unos pasos, un hombre camina con un arma larga a la vista de todos por un empinado callejón de la favela de Rocinha, la más poblada de Brasil, controlada por el narcotráfico.
Unos turistas se sacan fotos con un influencer que tiene más de un millón de seguidores en Instagram. Todo ocurre en medio de una visita guiada.
“La realidad de la favela no es la que nos quieren mostrar muchas veces; que es peligroso, no. Hay gente buena, gente amable, niños con sueños, por eso se da este tipo de turismo, para mostrarle a la gente que aquí es tranquilo, que aquí no es peligroso”, explica a la Voz de America Juan Gabriel Velázquez, un colombiano que vive del turismo y excursiones a Rocinha desde el año 2019.
Rocinha es una famosa barriada que creció enclavada en un cerro ubicado entre São Conrado y Gávea, -dos de las zonas más adineradas de Río de Janeiro-, con vista privilegiada a las famosas playas de Ipanema y Copacabana.
Allí la infraestructura es precaria. Los cables de electricidad se asemejan a telarañas que se extienden por callesjones, donde el olor a humedad no da tregua. El acceso a servicios básicos como el agua, es limitado. Las paredes tienen grafitis con mensajes y reglas que se deben cumplir.
Los testimonios recogidos por la VOA para este reportaje fueron supervisados por guías. Para una de las filmaciones se pidió no apuntar a una calle específica. La gente tiene muy ensayado los discursos y no se atreve a soltar críticas, mencionar la violencia o referirse al grupo armado que controla la barriada con mano férrea.
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Un proceso para la «pacificación» de las favelas comenzó en 2008 impulsado por el gobierno regional de Río de Janeiro, que buscó preparar a la ciudad de cara a los grandes eventos deportivos que se realizarían años después: la Copa del Mundo (2014) y los Juegos Olímpicos (2016). Pero el plan, que permitió la instalación de las llamadas Unidades de Policías Pacificadores (UPP), perdió fuerza luego de los Juegos.
La policía solo es vista en la entrada o salida de la vía principal. La orden es a carga del Comando Vermelho (CV), una de las fracciones criminales más grandes de Río de Janeiro, según medios locales.
El instituto Fogo Cruzado y la Universidad Federal Fluminense, en el Mapa Histórico de los Grupos Armados do Río de Janeiro, documentó en 2023 que el CV controlaba 51,9 % de los territorios de Río de Janeiro y la región metropolitana que estaban bajo control de algún grupo armado.
En todo caso, en Rocinha se percibe hoy una especie de tregua de paz para los visitantes, con ventas de arte local, exposición de cultura y samba, donde niños participan.
El recorrido a pie está a cargo de operadores turísticos por unos 170 reales, unos 35 dólares. El tour de cuatro horas se vende como un atractivo de Río de Janeiro, al igual que el famoso Pan de Azúcar o la estatua del Cristo Redentor.
Datos
Según el censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), divulgado el 8 de noviembre, unas 16,3 millones de personas viven en favelas, lo que representa el 8,1 % de los habitantes del país.
En total, hay 12.348 favelas en Brasil, casi el doble de las que había censadas en 2010. Con 72.021 residentes, la Rocinha es la mayor de Brasil.
Muchos de sus habitantes son migrantes del noreste del país, que comenzaron a llegar en la década de los 50 buscando mejorar sus economías.
“El lugar más seguro de Río”
No matar, no robar, no violar es ley en todas partes, pero aquí sus pobladores lo repiten como un mantra.
“La Rocinha es el lugar más seguro de Río de Janeiro (…) se basa en el respeto; aquí se respetan a las mujeres, a los niños, no se puede pelear, la idea es que todos se llevan como familia, como comunidad, existen códigos”, sigue Velázquez, que se detiene cada tanto para guiar al grupo.
Bruno Thierry, de 36 años, originario del estado de Paraíba, vive en Rocinha desde hace 24 años.
En su Instagram, con 1.5 millones de seguidores, comparte el día a día de la comunidad en un intento por resaltar “lo positivo”, porque «los medios venden muchas cosas negativas».
“Quiero mostrar la realidad de que no sólo es lo negativo”, insiste Thierry a VOAal destacar oportunidades para el trabajo.
“Hoy en día hay muchos prejuicios sobre la favela y mi papel es ese: poder mostrar la vida cotidiana de una manera diferente y relajada. Hay varias formas de trabajar, transportar material. Por ejemplo, una forma de ganar dinero, 300 reales por día por transportar material”.
“Entonces ese es mi papel, poder presentar a Rocinha, incluso para que ustedes puedan estar aquí, sintiéndose seguros, porque los medios venden mucha cosa negativa”.
Como referencia, el salario mínimo en Brasil es de 1.412 reales, unos 242 dólares mensuales.
“Vivir aquí para siempre”
Gustavo, de 36 años, tiene toda su vida en Rocinha, ahora trabaja como mototaxista. “No hay nada de qué quejarse, porque la favela es perfecta y maravillosa (…) eso de la violencia que dicen, no existe”, señala.
“Para mi la Rocinha está más protegida, más tranquila que muchos lugares por ahí”, sostiene.
“Me gusta (que vengan los extranjeros) para conocer la realidad, conocer la realidad de cómo es y también difundirla. Hay muchas cosas que son desagradables, pero también hay muchas cosas buenas que se pueden tener en cuenta y que se pueden mostrar a otras personas”.
“Y si me preguntas si algún día quiero dejar a Rocinha, no quiero. Quiero vivir aquí, criar a mi hijo aquí también, crecer aquí como ya lo hice y crecer más, envejecer, vivir aquí para siempre”.
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