YANGON: Un poderoso grupo rebelde étnico de Myanmar con estrechos vínculos con China pidió el martes (31 de mayo) que la junta entablara un diálogo con los combatientes antigolpistas para poner fin a 15 meses de derramamiento de sangre.
Con una fuerza permanente de alrededor de 25.000, el Ejército Unido del Estado de Wa es una de las fuerzas armadas no estatales más grandes del mundo, fabrica sus propias armas y recluta a un miembro de cada hogar en las áreas bajo su control.
Pero la UWSA se apega en gran medida a su enclave autónomo en la frontera norte de Myanmar con China, y hasta ahora ha tenido poca participación en los combates provocados por el derrocamiento del gobierno de Aung San Suu Kyi por parte de los militares el año pasado.
La UWSA hizo un «llamamiento a todas las partes en el conflicto para que lo resuelvan mediante negociaciones lo antes posible», dijo en un comunicado luego de conversaciones con funcionarios de la junta en la capital, Naypyidaw.
Los conflictos internos en las zonas fronterizas que han plagado a Myanmar desde la independencia de Gran Bretaña «han demostrado que ningún problema fundamental puede resolverse con la fuerza militar», dijo.
Agregó que la UWSA permanecería al margen del conflicto entre la junta y sus opositores, que ha sumido al país en la agitación y desplazado a cientos de miles de personas.
Myanmar tiene alrededor de 20 ejércitos rebeldes étnicos, muchos de los cuales controlan franjas de territorio fronterizo remoto, que han luchado entre sí y con los militares durante décadas por el tráfico de drogas, los recursos naturales y la autonomía.
Algunos condenaron el derrocamiento del gobierno de Aung San Suu Kyi y ofrecieron refugio y entrenamiento con armas a las «Fuerzas de Defensa del Pueblo» (PDF) que surgieron después del golpe.
Los analistas dicen que las PDF han sorprendido a las fuerzas de la junta con su efectividad.
Las fuerzas wa empequeñecen el collage de otros grupos étnicos rebeldes, lo que representa un elemento disuasorio para los militares y proporciona a Beijing una cabeza de puente útil hacia su vecino rico en recursos.
China sigue siendo un importante aliado de la junta de Myanmar y se ha negado a calificar la toma de poder de los militares como un golpe de Estado.
En abril, Beijing dijo que ayudaría a salvaguardar la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Myanmar «sin importar cómo cambie la situación».