Ciudad del Cabo, Sudáfrica-Sudáfrica está al borde de un cambio electoral histórico mientras el Congreso Nacional Africano (ANC), el partido que ha liderado la nación desde el fin del apartheid hace 30 años, enfrenta su desafío más difícil hasta el momento.
Mientras el país se dirige a las urnas el 29 de mayo, el ANC, bajo el presidente Cyril Ramaphosa, lucha por mantener su mayoría parlamentaria en medio de una insatisfacción generalizada con su gobierno.
A pesar de su estatus icónico como partido de Nelson Mandela, la popularidad del ANC ha disminuido, y las encuestas de opinión sugieren que podría recibir menos del 50% del voto nacional por primera vez.
Esta disminución no se atribuye al ascenso de un solo partido de oposición para desafiar el dominio del ANC, sino más bien a una fragmentación del apoyo de los votantes entre una variedad de partidos de oposición.
Este escenario significa que, si bien el ANC aún puede obtener la mayor proporción de votos, probablemente necesitará formar una coalición para permanecer en el gobierno y asegurar un segundo mandato para Ramaphosa, de 71 años.
Esta elección marca sólo la séptima elección nacional plenamente democrática en Sudáfrica desde el desmantelamiento del apartheid.
Con 70 partidos políticos registrados (más que nunca) y candidatos independientes a las elecciones, el panorama político es notablemente diverso.
La principal oposición, la centrista Alianza Democrática (DA), y los Luchadores por la Libertad Económica (EFF), de extrema izquierda, liderados por el carismático Julius Malema, son actores importantes, pero su popularidad no ha aumentado dramáticamente según las encuestas.
Los temas clave que impulsaron las elecciones incluyen la tasa de desempleo más alta del mundo (32%), la pobreza generalizada que afecta a más de la mitad de la población, los delitos violentos persistentes, la corrupción gubernamental desenfrenada, los servicios básicos deficientes y las continuas crisis eléctricas que han llevado a apagones nacionales regulares.
Estas cuestiones subrayan las marcadas contradicciones en un país conocido como el más avanzado de África pero plagado de profundos desafíos sociales y económicos.
El menor atractivo del ANC se debe en gran medida a la insatisfacción por su incapacidad para mejorar suficientemente las vidas de la mayoría negra pobre tres décadas después del apartheid.
Cuando los sudafricanos votan, lo hacen en un clima de elevadas expectativas e incertidumbre, con el potencial de que las elecciones remodelen el orden político de la nación y aborden sus problemas profundamente arraigados.