Los presidentes sudamericanos se reúnen el 30 de mayo en Brasil convocados por Luiz Inácio Lula Da Silva, que busca reforzar su devaluada integración y revalorizar el rol de la región en el tablero internacional, todo un desafío en momentos en que varios afrontan conflictos políticos, crisis economicas y tensos vinculos bilaterales.
El encuentro en Brasilia es una iniciativa de Lula, quien tras su retorno al poder por tercera vez en enero apunta a reinstalarle como líder entre sus pares a partir de la reciente reincorporación de Brasil a mecanismos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
La cumbre del martes promoverá un “diálogo franco” entre todos los presidentes para identificar denominadores comunes, discutir perspectivas para la región y reactivar la agenda de la cooperación sudamericana, dijo un comunicado de la Cancillería brasileña.
Asisten a los presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Uruguay, Surinam y Venezuela. Por Perú acudirá Alberto Otárola, presidente del Consejo de Ministros.
“Lula está preocupada y ocupada en retomar el liderazgo perdido por su antecesor (el derechista Jair) Bolsonaro a nivel regional. Aplica su lógica política y siente que el peso de Brasil es grande y su condición de líder regional se afianzaría si logra reunir a los países de la región detrás de intereses comunes”, dijo a AP el argentino Jorge Arias, director de la consultora Polilat.
El mandatario convocó al encuentro un mes después de anunciar en abril la reincorporación de Brasil a Unasur, el foro que ayudó a crear en 2008 junto a otros homólogos izquierdistas y del que, una década después, Bolsonaro (2019-2023) se alejó por considerarlo inútil y abocado a arropar al populismo en Venezuela.
Colombia, Chile, Paraguay, Argentina, Ecuador y Uruguay fueron otros países que suspendieron entre 2018 y 2020 su participación en el bloque, argumentando que estaba basado en alineamientos político-ideológicos y carecía de una secretaría operativa.
Unasur, que llegó a sumar 12 naciones sudamericanas con el fin de incentivar la integración comercial, social y política, hoy está inactiva y sólo la integran Argentina, que también se reincorporó en abril, Bolivia, Brasil, Guyana, Surinam y Venezuela.
Según Arias, el presidente brasileño considera que Unasur “quedó supeditada a juegos polarizados” y buscaría imprimirle un sello menos ideologizado a su actual iniciativa de integración sudamericana, con el fin de conseguir cierta unidad y asegurar que perdure.
“No es que sea una cumbre de Unasur… En esta etapa de su nueva presidencia Lula quiere escuchar sin preconceptos para ver si los presidentes pueden establecer mecanismos de coordinación, quiere generar para América Latina una agenda ambiciosa en torno a los intereses comunes” , sostuvo el analista.
La convocatoria actual tiene lugar cuando fuerzas de izquierda y centroizquierda gobiernan en varios países y la derecha asoma en otros como una alternativa política, lo que podría dificultar el intento de mejorar la cooperación.
En Argentina, el peronista Alberto Fernández no se produce a la reelección en los comicios de octubre y fuerzas conservadoras aparecen mejor situadas, además de que el líder de extrema derecha Javier Milei sube en las encuestas.
En Paraguay fue elegido recientemente como presidente un economista de talante conservador y en Chile la ultraderecha arrasó en la elección de los redactores de una nueva constitución.
El gobierno conservador uruguayo dijo que espera conocer cuál será la arquitectura para la integración regional que propondrá “Lula”.
Para el pragmático presidente brasileño, la sintonía en el seno de la región es necesaria y eso incluye a Venezuela.
Bajo el gobierno de Bolsonaro, Brasil prohibió la entrada al país del presidente venezolano Nicolás Maduro, ya que el líder opositor Juan Guaidó fue reconocido como presidente por una parte de la comunidad internacional, incluido Brasil.
Pero “Lula” recibió a Maduro antes o después de la celebración de la cumbre, afirmó un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil que habló en condición de anonimato porque no puede comentar públicamente sobre el tema.
“Venezuela es un vecino y no puede ser ignorado o tener lazos diplomáticos rotos, ya que tenemos cuestiones prácticas que necesitan ser resueltas”, dijo Carolina Silva Pedroso, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Sao Paulo.
Lula también podría invitar a sus colegas a tratar algunos temas que consideran impostergables.
Algunos son el cambio climático, la guerra de Rusia y Ucrania y cómo afecta al comercio subregional, la seguridad alimentaria, el peso de la deuda, la lucha contra el narcotráfico y la búsqueda de mecanismos para agilizar el comercio en la región.
La definición de una agenda de intereses comunes se topa con las distintas necesidades de los países, algunos de los cuales sufren crisis políticas y económicas o mantienen desacuerdos.
Argentina sufre una aceleración acelerada e intenta reforzar sus alicaídas reservas de divisas tras sufrir una sequía histórica.
Chile desea la regulación de los flujos migratorios tras enfrentar una inmigración ilegal descontrolada, principalmente de venezolanos, hasta multas de febrero, cuando el gobierno desplegó militares en su frontera con Bolivia y Perú.
Perú busca posicionar su imagen golpeada por las críticas a la mandataria Dina Boluarte en su manejo de la violenta represión de las protestas antigubernamentales que siguieron a la destitución en diciembre de su antecesor, Pedro Castillo. Entre los más críticos está Colombia, país con el que rompió relaciones diplomáticas.
Bolivia mantiene un largo desacuerdo fronterizo con Chile. Las relaciones con Perú también se han enfriado ya que el gobierno de Boluarte no fue reconocido por la Paz.
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