El estándar actual de atención para la psicosis es una entrevista de diagnóstico, pero ¿y si pudiera diagnosticarse antes de que surgiera el primer síntoma? Investigadores del Instituto Del Monte de Neurociencia de la Universidad de Rochester apuntan hacia un posible biomarcador en el cerebro que podría conducir a intervenciones más oportunas y atención personalizada.
«Establecer tales biomarcadores podría proporcionar un paso clave para cambiar la forma en que cuidamos, tratamos y ofrecemos intervenciones a las personas con psicosis», dijo Brian Keane, PhD, profesor asistente de Psiquiatría, Centro de Ciencias Visuales y Neurociencia de la Universidad de Rochester. Centro Médico. Keane recientemente fue coautor de un artículo en Psiquiatría molecular que identifica cómo las imágenes por resonancia magnética podrían revelar diferencias cerebrales en personas con psicosis. «Además de predecir potencialmente la aparición futura de psicosis, los biomarcadores también podrían ayudar a estratificar a los pacientes en subgrupos clínicamente significativos y sugerir nuevas opciones de tratamiento o intervención».
Utilizando datos recopilados por el Proyecto de Psicosis Temprana del Conectoma Humano, los investigadores observaron resonancias magnéticas de 159 participantes. Entre ellos se encontraban 105 que desarrollaron un trastorno psicótico hasta cinco años antes de la prueba. En los cerebros de los participantes con psicosis, los investigadores encontraron que las regiones sensoriales de la corteza estaban conectadas más débilmente entre sí y más fuertemente con el tálamo, la estación de retransmisión de información del cerebro. Estas diferencias se limitaron a la red somatomotora, que procesa el movimiento y las sensaciones corporales, y a una red visual, que genera representaciones de objetos, rostros y rasgos complejos. La combinación de los patrones de desconexión entre estas dos redes permitió a los investigadores crear un biomarcador «somato-visual».
Investigaciones anteriores han sugerido que la conectividad cerebral anormal existe de manera prominente en las redes sensoriales de las personas con esquizofrenia, pero no estaba claro qué redes eran las más responsables o si la falta de conectividad podría explicarse por otros factores de la enfermedad, como el uso de antipsicóticos, la ansiedad o el estrés.
«Lo que hace que este biomarcador sea único es su gran tamaño del efecto, su solidez ante más de una docena de factores de confusión comunes y su alta confiabilidad en múltiples exploraciones. Una sola exploración de cinco minutos podría mejorar potencialmente nuestra capacidad de predecir qué individuos en riesgo pasarán a un trastorno psicótico, lo que a su vez podría permitir tratamientos o intervenciones más oportunas», afirmó Keane. «También nos da un lugar para seguir buscando. Un próximo paso importante será determinar si el biomarcador somatovisual emerge antes o cuando comienza la psicosis».
Otros autores incluyen a Yonatan Abrham, Boyang Hu y Brent Johnson de la Universidad de Rochester, Carrisa Cocuzza de la Universidad de Yale y Michael Cole de la Universidad de Rutgers. Este trabajo fue apoyado por una subvención K01 y una subvención piloto del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Rochester.