Alemania se dispone a imponer controles fronterizos más estrictos con varios países vecinos a partir de la próxima semana, tras los letales ataques de migrantes que impulsaron avances de la extrema derecha en las recientes elecciones estatales.
Alemania ha anunciado que implementará controles más estrictos a lo largo de sus fronteras terrestres con Francia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Luxemburgo a partir de la próxima semana, medidas que permanecerán vigentes durante al menos seis meses.
Estas medidas se están introduciendo como «último recurso» tras una serie de ataques mortales con cuchillos por parte de inmigrantes, que provocaron furia pública y han sido vistos en gran medida como el catalizador para que un partido de extrema derecha consiguiera la mayor cantidad de escaños en las elecciones estatales en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial.
El martes, el partido de oposición CDU en Alemania puso fin a las negociaciones con la coalición gobernante Ampel (SPD, Verdes y FDP) sobre los controles migratorios, y el líder de la CDU, Friedrich Merz, sugirió que el gobierno «no puede ponerse de acuerdo sobre medidas efectivas».
El tercer estado de Alemania del Este, Brandeburgo, votará en poco menos de dos semanas, y las encuestas sugieren que la seguridad es una prioridad principal entre los votantes.
Ya se han establecido controles más estrictos en las fronteras con Austria, Suiza, República Checa y Polonia, y el gobierno alemán espera que con la introducción de estas nuevas medidas más estrictas pueda seguir devolviendo a miles de migrantes a la frontera.
Los controles fronterizos permiten a la policía negar la entrada, y el Ministerio del Interior alemán informó el lunes que 30.000 inmigrantes han sido rechazados en la frontera con Austria en los últimos 11 meses.
En agosto, el gobierno alemán reanudó las deportaciones a Afganistán por primera vez desde que los talibanes tomaron el poder en 2021, a pesar de que muchos refugiados y solicitantes de asilo habían sobrevivido a la tortura.
En los últimos nueve años se ha ido gestando un clima antimigratorio en la economía más fuerte de Europa, después de que en 2015 acogiera a alrededor de un millón de refugiados que huían de la guerra de países como Siria.
Los partidos de extrema derecha y extrema izquierda han estado sacando provecho de la decisión del gobierno de conceder asilo a otro millón de ucranianos que huyeron de la invasión a gran escala de Rusia hace dos años, a pesar de los altos niveles de inflación, los crecientes costos de vida y una crisis energética que ha provocado el cierre de decenas de empresas en Alemania.
Sin embargo, un estudio reciente realizado por el Instituto Económico Alemán muestra que los trabajadores extranjeros generaron 24.600 millones de euros en ingresos en los cinco estados del este de Alemania entre 2018 y 2023.
Los expertos advierten que el peligro de la extrema derecha no es sólo su potencial para ganar suficientes votos para gobernar en solitario (algo que parece poco probable), sino más bien el riesgo de que los partidos de izquierda empiecen a adoptar políticas de extrema derecha en un intento de recuperar votantes, especialmente antes de las elecciones federales del próximo año.