La vitamina D, también conocida como colecalciferol, es una vitamina liposoluble y una prohormona que se puede obtener a través de los alimentos o la exposición al sol. Esto es esencial para el desarrollo y mantenimiento de los huesos y tiene funciones adicionales, que incluyen la reducción de la inflamación, la defensa antioxidante y la neuroprotección. Las personas pueden obtener vitamina D exponiéndose al sol, comiendo algunos alimentos como pescado graso o tomando suplementos vitamínicos.
Hay dos formas de vitamina D: ergocalciferol (D2) y colecalciferol (D3). La luz del sol cambia el 7-dehidrocolesterol de la piel a D3. Pasa por dos procesos de hidroxilación, el primero en el hígado para producir 25-hidroxivitamina D (25(OH)D) y el segundo en el riñón, dando como resultado la forma activa 1,25-dihidroxivitamina D3 (1,25(OH) )D) para permitir que el cuerpo lo use para algunas funciones, como absorber calcio para formar huesos y ayudar a que otras células funcionen bien.
Los investigadores han estudiado la vitamina D y su posible asociación con múltiples enfermedades. Los niveles bajos de vitamina D aumentaron el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la demencia, la enfermedad de Alzheimer (EA), el deterioro cognitivo, los problemas de función motora y la pérdida de memoria. La falta de vitamina D también puede afectar las caídas y el equilibrio en personas con enfermedad de Parkinson (EP).
Efectos de la vitamina D en la función cerebral
Los estudios que vinculan la vitamina D y la salud mental han producido resultados mixtos. En 2020, investigadores en Arabia Saudita encontró que las personas con niveles insuficientes de vitamina D tenían una mayor probabilidad de desarrollar demencia y enfermedad de Alzheimer (EA). Sin embargo, los tamaños de muestra más grandes y la investigación de seguimiento de mayor duración no identificaron esta conexión.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Tufts en Boston, Massachusetts, investigó las posibles conexiones entre la vitamina D y la función cognitiva. El análisis tuvo como objetivo profundizar más al observar la correlación entre los niveles de 25 (OH) D (25-hidroxivitamina D), la forma circulante más frecuente de vitamina D en el cerebro, y la neuropatología post-mortem.
El análisis mostró que los adultos mayores con altas cantidades de vitamina D en el cerebro pueden tener entre un 25 % y un 33 % menos de probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo relacionado con la demencia. Los hallazgos sugirieron que un aumento en 25 (OH) D mejoró la función cognitiva global y mejoró la memoria semántica y de trabajo en todas las regiones del cerebro.
Sin embargo, el equipo de Shea no observó ninguna asociación entre la vitamina D y la enfermedad de Alzheimer, las anomalías de la sustancia blanca o los síntomas previos al accidente cerebrovascular.
Vitamina D y Biomarcadores
Los investigadores verificaron los niveles de vitamina D en las cuatro regiones del cerebro: la materia blanca de la cuenca anterior, el cerebelo, la corteza frontal media y la corteza temporal medial. Dos áreas estaban relacionadas con el Alzheimer, una relacionada con la demencia debido a la falta de flujo sanguíneo y la cuarta área no estaba relacionada con el deterioro cognitivo.
También obtuvieron los niveles de vitamina D en el plasma sanguíneo de los participantes y evaluaciones de la función cognitiva de su última evaluación clínica antes de la muerte. El estudio señaló que los niveles de vitamina D libre en el plasma eran los mismos que los del cerebro.
El impacto de la vitamina D se ha estudiado anteriormente para las enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de Alzheimer y la demencia. Algunos estudios indicaron que la 25(OH)D libre es más accesible para el tejido humano y puede tener resultados positivos para la salud. La 25(OH)D libre es una pequeña proporción del total de vitamina D que no está unida a un transportador especial como las proteínas de la sangre: la albúmina y las lipoproteínas para circular dentro del cuerpo. Sin embargo, aún se desconoce el significado fisiológico de la 25(OH)D libre, y se requieren estudios adicionales para comprender completamente su papel en el rendimiento cognitivo y cuán esencial es para la salud general del cerebro.
La forma activa 1,25(OH)D se une al receptor nuclear de vitamina D (VDR) y actúa sobre los tejidos para mantener las funciones biológicas. Llega al cerebro por difusión pasiva a través de la barrera hematoencefálica (BBB) y promueve factores neurotróficos como el factor de crecimiento nervioso (NGF).
El equipo también anotó que los niveles de vitamina D varían según la raza y el origen étnico. Dado que la mayoría de los participantes del estudio eran blancos y no hispanos, es posible que los resultados no se apliquen a otras poblaciones.
A pesar de estas limitaciones, el estudio encontró que las concentraciones más altas de 25 (OH) D en el cerebro se asociaron con un rendimiento cognitivo superior antes de la muerte.
¿Cuánta vitamina D necesitas?
Los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. (NIH) recomienda que los niveles sanguíneos de vitamina D sean de al menos 50 nmol/L (20 ng/mL) para una salud óptima. Los niveles por debajo de 30 nmol/L (12 ng/mL) (bajo) y por encima de 125 nmol/L (50 ng/mL) (alto) se consideran nocivos y pueden tener efectos adversos para la salud.
Se recomienda vitamina D en 600 Unidades Internacionales (UI) para personas entre 1 y 70 años, y 800 UI para personas mayores de 70 años. Hay dos tipos de vitamina D: D2 y D3. Sin embargo, el NIH sugiere que la vitamina D3 puede ser más útil para elevar los niveles de vitamina D en el cuerpo.
Referencias
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