Solo cinco días después de su toma de posesión, el Gobierno del presidente colombiano Gustavo Petro formalizó su intención de retomar las fallidas conversaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un proceso detenido en 2019 por el anterior mandatario Iván Duque y que ahora podría encontrar un nuevo impulso con la llegada de un gobernante de izquierda a la Casa de Nariño.
Estos son algunos puntos clave que debe saber:
Fin a un limbo de casi cuatro años
El anuncio del reinicio del proceso de paz en La Habana, sede desde 2018 del diálogo entre el Gobierno colombiano y el ELN, puso fin al limbo en el que se encontraron las conversaciones oficiales con la guerrilla, la más antigua aún en activo en Latinoamérica.
El diálogo formal entre ambas partes comenzó en 2017 en Quito, durante el mandato del expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018), y un año después fueron trasladadas a La Habana, sede del proceso de paz entre el Gobierno de Santos con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que culminó en la firma de un histórico Acuerdo de Paz en 2016.
Duque, sucesor de Santos en la Presidencia, suspendió de manera indefinida la Mesa de Diálogo en la capital cubana tras un atentado del ELN contra la Escuela de Cadetes en Bogotá que dejó 22 muertos y cerca de 70 heridos. El Gobierno colombiano exigió entonces el regreso inmediato de la delegación de paz de la guerrilla, a lo Cuba se negó invocando los protocolos diplomáticos de las negociaciones.
Un presidente exguerrillero
La histórica llegada de Petro, exguerrillero del desaparecido Movimiento 19 de Abril (M-19), a la Casa de Nariño marcó un giro en los diálogos. Petro ya había anunciado durante su campaña la intención de destruir el camino hacia la “paz total y duradera” iniciada por Juan Manuel Santos, una estrategia que incluye también la implementación del Acuerdo firmado con las FARC en 2016.
Según declaró Petro en mayo pasado, un entendimiento con el ELN podría volver a crear un “clima de paz y de avance democrático» en Colombia, aunque todo dependería de la voluntad de la guerrilla, acotó entonces.
El Gobierno dio el paso este 12 de agosto, enviando una comitiva oficial a La Habana que incluyó al nuevo canciller, Álvaro Leyva, y al Alto Comisionado para la Paz, Iván Danilo Rueda, a reuniones con la delegación del ELN. En la reunión también participaron altos funcionarios de Cuba, garantes de Noruega y representantes de la ONU y la iglesia colombiana.
“Las y los participantes en este primer encuentro estamos comprometidos en dar lo mejor para cimentar la paz estable, duradera y sostenible que merece Colombia y la humanidad”, enfatizó Rueda en comunicado oficial.
Señales de buena voluntad de un ELN fortalecido
La mano extendida del Gobierno colombiano fue reciprocada por el ELN poco después de la reunión en La Habana. La guerrilla liberó a unos nueve rehenes que resultaron cautivos en la localidad rural de Tame (departamento de Arauca), una de las zonas más activas en el conflicto entre los insurgentes y el Ejército Colombiano.
Si bien el Gobierno no es el mismo de hace tres años, tampoco lo es el ELN. El grupo rebelde cuenta con al menos 2.500 efectivos y ha extendido su presencia a la cercana Venezuela, por lo que su fortaleza y alcance han crecido desde 2019. Aún así han reafirmado su disposición a buscar una resolución pacífica basada en acuerdos.
“El ELN mantiene activo su sistema de lucha y resistencia política y militar, pero también su plena disposición para avanzar en un Proceso de Paz que dé continuidad a la Mesa de Conversaciones iniciada en Quito en febrero de 2017”, afirmó el Comando Central del ELN en junio pasado.
Futuro prometedor pero todavía incierto
Aunque se vislumbra un posible fin del conflicto, el anuncio del reinicio de diálogos deja aún preguntas por responder. Ninguna de las partes anunció una fecha tentativa para el regreso a la mesa de conversaciones y no se pronunció sobre la estrategia a seguir.
Tampoco adelantaron sobre las cuestiones a priorizar ni si se centrarían en cerrar los temas que dejaron abiertos la interrupción abrupta de las conversaciones.
Otros de los principales interrogantes son las garantías y la seguridad de los guerrilleros.
También queda la duda de si la delegación de paz del ELN, distantes en edad y limitados por su exilio en Cuba desde hace años, podrá ejercer la influencia esperada en los miembros activos del grupo. Anteriores intentos de paz han sido frustrados por diferencias internas.
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