Bamako, Malí — Malí está experimentando actualmente una ola de calor sin precedentes, con temperaturas en la ciudad capital, Bamako, que se elevan a 44 grados Celsius (111 Fahrenheit), lo que presenta graves desafíos para los trabajadores y vendedores ambulantes que deben soportar el calor abrasador.
Esta crisis climática extrema, que comenzó a finales de marzo durante el mes islámico del Ramadán, ya se ha relacionado con un aumento de las muertes, y los hospitales locales han informado de cifras alarmantes.
El Hospital Gabriel-Touré de Bamako reveló que se produjeron 102 muertes sólo en los primeros cuatro días de abril, un aumento significativo con respecto a las 130 muertes registradas durante todo el mes del año pasado.
Cheikh A Traoré, director general de salud de Malí, observó un marcado aumento en las muertes de ancianos durante este período, aunque actualmente no hay estadísticas específicas disponibles debido a las restricciones impuestas por los gobernantes militares del país.
Malí ha estado plagado de inestabilidad política, marcada por dos golpes de Estado desde 2020, y también está luchando contra una insurgencia cada vez peor vinculada a Al Qaeda y el grupo Estado Islámico.
Esta agitación política, combinada con los desafíos económicos actuales, ha intensificado los impactos de la ola de calor.
Los continuos cortes de energía y la escasez de combustible, exacerbados por la salida de los inversores extranjeros, han obligado a muchas empresas a cerrar, lo que ha afectado aún más la economía del país.
El costo de la ola de calor en la salud pública es profundo, particularmente para las poblaciones vulnerables. El Programa Mundial de Alimentos ha destacado que 1 millón de niños menores de cinco años en Malí corren riesgo de desnutrición aguda debido a la violencia prolongada y el acceso restringido a la ayuda humanitaria.
El profesor Boubacar Togo del Hospital Gabriel-Touré informó de un aumento inusual en los casos de meningitis infantil y otras enfermedades relacionadas con el calor.
En respuesta a las duras condiciones, los gobernantes militares de Malí han implementado medidas como acortar la jornada escolar para terminar antes de las 13:00 horas.
Sin embargo, muchos trabajadores, como el motociclista Amadou Coulibaly, de 25 años, expresaron que dejar de trabajar no es una opción a pesar de los riesgos para la salud. «O trabajo y arriesgo mi salud o dejo de trabajar la mayor parte del día y no gano nada», afirmó Coulibaly.
Según un estudio de World Weather Attribution, esta ola de calor que afecta a la región del Sahel, que sufre frecuentemente sequías, es una consecuencia directa del cambio climático inducido por el hombre.
El estudio encontró que las temperaturas máximas en Burkina Faso y Mali han aumentado 1,5 grados Celsius (2,7 Fahrenheit) debido al calentamiento global causado por la quema de combustibles fósiles. Clair Barnes, autora principal del estudio, advirtió que es probable que estos eventos de calor extremo ocurran una vez cada 20 años si continúan las tendencias actuales de calentamiento.
Esta situación sirve como un recordatorio crítico de la creciente amenaza de eventos climáticos extremos a nivel mundial y subraya la urgente necesidad de estrategias integrales para mitigar los impactos del cambio climático y apoyar a las poblaciones vulnerables, particularmente en regiones como el Sahel.