Los líderes moldavos han implementado medidas de ahorro de energía y han asegurado a los residentes reservas temporales de gas, pero persisten los temores de una crisis humanitaria en Transnistria.
En una fría mañana en Chisinau, el empleado postal Petru Murzin expresó sus temores de un duro invierno y advirtió que muchos moldavos se enfrentarían a «sin calefacción ni luz» en medio de una inminente crisis energética.
La empresa estatal rusa Gazprom suspenderá el suministro de gas a Moldavia el 1 de enero por una deuda en disputa de 709 millones de dólares (680 millones de euros), una cifra descartada por el gobierno prooccidental de Moldavia por considerarla inventada por razones políticas.
«Siento que hemos entrado en una crisis que es bastante difícil de resolver… lo cual me preocupa mucho», dijo Murzin a Associated Press.
«Los aumentos de precios son una cosa, pero cuando no hay gas, es otra completamente distinta», añadió.
El corte de gas amenaza con paralizar la mayor central eléctrica de Moldavia, Kuciurgan, ubicada en la región separatista de Transnistria.
La planta suministra electricidad a gran parte de Moldavia y su cierre podría sumergir a la región en la oscuridad.
Las autoridades declararon el estado de emergencia a principios de este mes, anticipando una grave escasez. El primer ministro moldavo, Dorin Recean, acusó a Rusia de utilizar la energía «como arma política» y desestimó la supuesta deuda, diciendo que estaba «invalidada por una auditoría internacional».
La presidenta Maia Sandu criticó las acciones del Kremlin, calificándolas de «chantaje energético» destinado a desestabilizar a Moldavia y socavar sus aspiraciones en la UE.
Preocupaciones humanitarias
Sandu aseguró que el país dispone de suficiente suministro de gas «para la temporada de calefacción» así como de medidas «para garantizar el suministro ininterrumpido de electricidad».
Sin embargo, advirtió sobre graves implicaciones humanitarias en Transnistria, donde se espera que los residentes viajen a Moldavia para cubrir sus necesidades básicas.
«Es importante permanecer unidos, mostrar solidaridad y confianza en Moldavia y su pueblo. Y utilizar la energía de forma racional», añadió.
Moldavia ha respondido a la crisis implementando medidas de ahorro de energía, incluida la reducción de la iluminación en edificios públicos y comerciales y el traslado de operaciones de uso intensivo de energía a horas de menor actividad.
Para residentes como Luliana, de 30 años, que trabaja de forma remota, la escasez de energía y calefacción podría tener un impacto directo.
«Tenemos miedo, pero estamos contentos de que no haya nieve y las temperaturas no sean tan bajas», dijo.
Los expertos advierten que la crisis podría exacerbar las tensiones entre Chisinau y Tiraspol, la capital de facto de Transnistria.
Cristian Cantir, profesor asociado de relaciones internacionales, dijo que Moscú podría aprovechar la situación para amplificar las presiones políticas y sociales en Moldavia antes de las elecciones parlamentarias de 2025.
Moldavia ha tomado medidas para diversificar sus fuentes de energía desde la invasión rusa de Ucrania, reduciendo su dependencia de Gazprom.
Pero la disputa energética, junto con las supuestas tácticas de “guerra híbrida” de Rusia de financiar protestas y campañas de desinformación, subraya los desafíos que enfrenta Moldavia para equilibrar la estabilidad interna con sus ambiciones europeas.
Murzin, el empleado postal, prevé una afluencia significativa de personas de Transnistria que cruzarán la frontera cuando la escasez entre en vigor.
“Creo que los coches se alinearán durante varios kilómetros en la frontera. Mucha gente vendrá aquí esperando encontrar calor».
Fuentes adicionales • AP