Las aves poseen una intuición geográfica que hace llorar a cualquier cartógrafo. Año tras año, las especies migratorias viajan miles de kilómetros y regresan a los mismos nidos con una precisión de casi centímetros. Los científicos creen que nuestros amigos emplumados tienen la suerte de contar con una magnetorreceptor especializado capaz de leer los campos electromagnéticos de la Tierra como una brújula, campos tan débiles que no podrían pegar un imán a su refrigerador.
El vibráfono de Masayoshi Fujita es un órgano igualmente asombroso, sutil y preciso. Migratorio Su metalófono se hincha y se precipita como si también quisiera cabalgar sobre las borrascas y los sirocos. Alternando entre espirales percusivas y lánguidos baños de sonido, Migratorio se niega a aplanarse en un fondo de pantalla ambiental, dirigiendo tu oído a puntos de referencia a cientos de kilómetros bajo el ala. “Desonata” brilla y ondula como una galaxia en suave expansión; “Pale Purple” hace sonar contramelodías sincopadas contra una pared de cantos fúnebres. Estas canciones son deliberadas pero no meditativas, más interesadas en la representación que en la reflexión.
Fujita guía a los oyentes a través de un terreno exuberante y escaso, que puede ilustrar tanto un lago plácido como un campo bañado por el sol, como una montaña escarpada o tierras baldías áridas. A veces, estos paisajes pueden estar envueltos, ser indistintos: “Distant Planet” traza una melodía sobria pero parece casi demasiado vacía. En el otro extremo, la interpretación de palabra hablada de Moor Mother en “Our Mother’s Lights” es una joya, al meter una idea de más en la pista más dinámica del álbum; la textura de sus improvisaciones no compensa del todo un tramo anticlimático de escritura de asociación libre.
A pesar de los pequeños fallos, Migratorio crea su propio nicho contemplativo, ampliando el alcance de la obra de Fujita a través de una cuidadosa superposición. Tomemos como ejemplo “Higurashi”, con el vocalista y compositor Hatis Noit, oriundo de Hokkaido y oriundo de Londres, que comienza con una grabación de campo de la cigarras titularesLa tierna voz de Noit parece imitar tan de cerca los ricos tonos del vibráfono que, durante los primeros dos minutos, casi olvidas que Fujita no ha tocado ni una sola nota. Cuando finalmente entra, silencioso como el susurro de las hojas, se siente como una suave exhalación.
Más cerca de la tierra, Mattias Hållsten provoca disonancias de lengüeta libre con el shō en tres temas, entre ellos “Yodaka”, y el padre de Fujita contribuye con el saxofón. Los evocadores metales de Fujita padre apuntalan las ideas más embriagantes de Fujita hijo, estabilizando la vibrante “Blue Rock Thrush” y atando “In a Sunny Meadow” a través de una triste línea superior. Las colaboraciones amplían la paleta de Fujita, añadiendo contraste y profundidad de campo a sus panoramas vibrafónicos.
En un nivel, Migratorio es una instantánea de la propia repatriación de Masayoshi Fujita: después de 13 años viviendo en Berlín, el artista regresó a su Japón natal en 2020, viviendo y grabando entre las colinas costeras de Kami-cho, Hyōgo. Pero en otro, el álbum se inspira en un animal camino de regresoese sentimiento innato que nos dice que extendamos nuestras alas y ir. Migratorio equilibra esta inquietud con una serenidad ecuánime que no se ve alterada por los vendavales, confiada en que la mano escrupulosa de Fujita atrapará la siguiente corriente ascendente.