Cada fin de semana decenas de venezolanos se reúnen en Bogotá para jugar sóftbol, su deporte “rey”. Las imágenes parecen de cualquier campo de juego de una ciudad venezolana, pero en realidad corresponde al estadio de béisbol de Ciudad Montes, en la capital colombiana, donde la diáspora venezolana ha dejado de sentirse en tierra ajena.
Cada sábado desde las 10 de la mañana hasta bien entrada la tarde, los jugadores llegan acompañados de sus familias que desde la grada empiezan a recordar aquellos domingos de sóftbol en Venezuela.
“Nosotros somos aficionados al béisbol, pero como no tenemos béisbol aquí, entonces tenemos sóftbol y es la otra opción que tenemos para poder estar un poquito más cerca de Venezuela”, le dijo a la Voz de AméricaLizari Silva, que no pierde oportunidad para venir a “alentar” a su hijo y de paso aprovechar para conversar y nuevas amistades.
El fenómeno no es nuevo, desde hace unos años la Liga de Sóftbol de Bogotá, de carácter amateur, empezó a arropar a los equipos que conformaban la comunidad de migrantes, con las que empezó a aumentar notoriamente la práctica del deporte en la ciudad.
“Al principio el nivel no era el mejor, pero cuando pasaron los años y con el éxodo venezolano empezó a llegar mucha gente con un muy buen nivel, entonces ahora es mucho más fácil conformar un equipo porque cuando yo llegué aquí había solo dos equipos y ahora son 20 los equipos conformados por venezolanos”, le dijo a la VOA Reinaldo Yajure, del equipo Toros de Bogotá, que llegó hace ocho años a la urbe colombiana desde su país natal donde se desempeñaba como empleado bancario.
En un país y en una ciudad donde los deportes más populares son el fútbol y el ciclismo, la comunidad migrante venezolana poco a poco ha comenzado a integrar en las costumbres colombianas el sóftbol, que básicamente es una variación del béisbol donde se golpea una pelota más grande con un bate y en la que el lanzamiento se realizó por debajo del hombro.
Los “peloteros” no se congregan únicamente los fines de semana, también lo hacen algunas veces entre semana para entrenar y desestresarse un poco del trabajo diario. Además, gracias a que la práctica se ha incrementado, ya se empiezan varias escuelas que se dedican a la formación de los más jóvenes.
“La Escuela se llama Leones de Bogotá, donde atendemos niños desde los cuatros años hasta los dieciséis en sus diferentes categorías, ahí hay niños venezolanos, pero también hay una población grande de niños colombianos”, destacó Geric Solórzano, entrenador del equipo Leones.
Por último, la práctica impulsada por los venezolanos ha generado que en las grandes ciudades colombianas la gente este comenzando a familiarizar las palabras “pitcher”, “jardineros”, “innings” o que reconozcan al “catcher”.
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