Dorian tiene rapeado antes, pero esas letras anteriores generalmente venían en ráfagas cortas, sirviendo más como decorado para los ritmos. Y aunque no hace alarde de coplas alucinantes ni de una habilidad técnica impresionante, los raps en MiedoDorian están preparados y concentrados, acumulando flexiones, cavilaciones y detalles de la vida en rápida sucesión. En “What Happened”, comprime cada etapa de una fiesta, desde la sesión previa al juego hasta el malestar en la cama a la mañana siguiente, en menos de 10 segundos. Las palabras en sí no son profundas, pero la forma en que se salta los cánticos y las palmadas de los tambores crea una ansiedad punzante. Los malos pensamientos acechan en los márgenes de las canciones de Dorian como costras que piden ser arrancadas, pero él está encerrado en bastidores, un nuevo amor y alguna que otra broma autocrítica. “No sé lo que ves, niña, pero me alegro de que lo veas/porque no he dormido en semanas”, dice en “Still Here”, que de otro modo sería una gasa, luchando contra el insomnio con afecto.
¿Qué adolescente no tiene días en los que está en la cima del mundo y atrapado en arenas movedizas al mismo tiempo? en un entrevista con No Bells, Dorian mencionó rapear sobre las cosas que quiere (elogios, botín, dinero) como si cada canción fuera un acto de manifestación. Comprar un bolso de diseñador para un interés amoroso es genial y todo eso, pero a veces el objetivo más importante es pasar el día o el episodio depresivo de una sola pieza. MiedoDorian No tiene curas para esos sentimientos cargados y tampoco los ignora. Dorian simplemente te invita a entrar en sus núcleos inquietos.