Si tomaras todos los géneros de música de mosh-pit, los masticaras y los escupieras, el fajo resultante podría sonar algo así como Machine Girl. Gabber, hardcore punk, noise rock, trance, drum’n’bass, djent… siempre que sea duro y rápido, es presa fácil para el arsenal de Matt Stephenson y Sean Kelly. Su música en conjunto suena como la banda sonora del nivel del jefe final de un infierno de balas que le rompe los dedos, los gritos cuajados de Stephenson chocan con los tambores de ariete de Kelly en una avalancha de aguas residuales cyberpunk. Juntos canalizan la energía reprimida de una generación aislada que reclama raves para sí mismos y, al igual que sus antepasados en Atari Teenage Riot, hacen álbumes agresivamente distópicos que se deleitan en el maximalismo.
Su música nunca está más viva que en sus conciertos, donde los sonidos de los juegos arcade de Stephenson se mezclan en un aluvión de pesadilla de frecuencias que inducen tinnitus. En el expediente, es más complicado de traducir. Aunque los dos han ido mejorando la calidad de su producción poco a poco, la música se ha asentado en un ritmo familiar desde 2017…PORQUE SOY UN JOVEN ARROGANTE Y ODIO TODO LO QUE REPRESENTAS. Después de algunos conciertos de alto perfil, incluida una gira con 100 gecs y la banda sonora de un juego de disparos en primera personasu último, MG Ultrallega a través de Future Classic, lo que convierte a Machine Girl en compañeras de sello de personas como Flume, un movimiento profesional que podría sugerir que el dúo está intentando llevar su rutina renegada al siguiente nivel.
Sin embargo, mientras MG Ultra hace algunos ligeros gestos hacia una versión más pulida de Machine Girl, en general, aquí todo sigue como de costumbre, con Stephenson y Kelly a toda velocidad pista tras pista sobrecargada. «¡¡¡Enfermo!!!» continuamente intensifica su ataque duro: «Enrollo mis pensamientos y los fumo», Stephenson aúlla con pánico paranoico, declarándose «en guerra con los asesinos cerebrales» hasta que la canción finalmente alcanza un colapso total. Es un asalto abrumador a los sentidos, pero el exceso constante de efectos termina arrastrando la pista hacia abajo, impidiendo que golpee con tanta fuerza como debería.
La mayor parte del álbum ofrece ligeras actualizaciones sobre el modus operandi de Machine Girl: “Until I Die” imbuye su habitual ataque de drum’n’bass con voces más limpias, mientras que el jungla “Schizodipshit” detalla la mentalidad nihilista de un tirador escolar con píldoras negras. A pesar del impacto contundente de todas las canciones, hay tanto enfoque en abarrotar el rango medio que cualquier dinámica se pierde en el proceso. “Motherfather” marca la nueva dirección más drástica, incorporando un coro de guitarra lento y sucio para un grito de guerra contra los padres decepcionados en todas partes. “Madrepadre/Madrepadre/No soy tu chico/Madrepadre/Madrepadre/¿Por qué te molestaste en absoluto?” Stephenson aúlla; prácticamente puedes verlo dando un portazo cubierto de Experimentos en serie mentirosos carteles en sus caras. La electrónica fallida de los versos está demasiado desconectada de todo lo demás para funcionar por completo, pero crea un nuevo espacio en el angustiado universo de Machine Girl.