Una colección de Basquiat x H&M a la vez, el estado capitalista deforma el arte radical para sus propios fines. Consideremos el frente de la CIA que, en 1961, envió a Nina Simone al extranjero para un concierto en la recién independizada Nigeria. La suma sacerdotisa del soul, famosa por referirse a su país como las “Serpientes Unidas de América”, se había convertido temporalmente en un chivo expiatorio en la guerra contra el comunismo. En “Black Opps”, el tema que abre su nuevo álbum, MÁS BAJOBenjamin Booker rinde homenaje desdeñoso a la historia del gobierno estadounidense de socavar encubiertamente la liberación afroamericana. El mensaje: Este juego no se podía ganar entonces, y ciertamente no se puede ganar ahora. Booker aparentemente ha pasado los siete años transcurridos desde su último disco tragándose toda la desesperanza y el miedo que pudo albergar. Ahora lo escupe como si fuera bilis.
Incluso mientras luchaba contra el racismo sistémico y la brutalidad policial, el año 2017 Testigo era cálido y hospitalario; impregnado de blues, soul y R&B; todo madera pisada y luz de velas; rico en el aire húmedo del hogar adoptivo de Booker, Nueva Orleans. En MÁS BAJOHa caído la noche y sopla un viento frío. «Dame un poco de amor», canta Booker, escalofríos, de verdad. “Han vuelto a poner micrófonos en la casa/Dad un poco de cariño, están en el césped”. Para hacer este disco, buscó al productor Kenny Segal, conocido por su trabajo con grupos de rap como Armand Hammer y Billy Woods, y juntos drenaron sistemáticamente el color, la luz y el calor del trabajo de Booker, en el buen sentido. “Black Opps” muestra una zona de explosión de alta fidelidad llena de 808 escombros. Un riff de guitarra irradiado, fúnebre y militante, acompaña a Booker mientras examina los escombros y pronuncia su misa negra: «Aleluya, muriendo luchando por una vida que aún no he tenido».
Segal proviene del hip-hop underground y Booker del rock’n’roll de tendencia retro, pero MÁS BAJO No suena como ninguna de las colisiones pasadas de esos géneros. En cambio, toma las texturas básicas del rap rock: ritmos boom-bap, el ambiente helado de Deftones, la trituración corroída de “¡¿Ella mira el Canal Cero?!”—y los transforma en una nueva variedad de grunge centrado en el ritmo. El sencillo principal “Lwa in the Trailer Park” sumerge la voz de Booker en un charco de shoegaze que ondula alrededor del pulso constante de un bombo. Más adelante en el álbum, “Same Kind of Lonely” presenta una provocativa yuxtaposición de samples: audio real de un tiroteo en la escuela, seguido de la risa de la hija pequeña de Booker. Llámelo de mal gusto, pero la cortesía no vale mucho cuando se vive con el temor de que algún día su hijo no regrese a casa.