Crear un proyectil para que una pelota entrara en un vaso fue una de las mejores experiencias, o al menos que más recuerda, María Luisa Pineda, cuando era niña. Eso de combinar las matemáticas, la física y la ciencia le resultó no solo fascinante, sino revelador, pues desde pequeña descubrió que ese mundo era lo suyo.
“Intentar buscar soluciones a problemas. Eso es lo que yo creo que desde pequeña me ha gustado. Desde chiquita, me gustaron las ciencias”, dijo la doctora de la especialización Escuela de Ciencias Biológicas del Laboratorio Cold Spring Harbor, y directora general y cofundadora de Envisagenics, una compañía de biotecnología impulsada por inteligencia artificial.
Esta mujer, madre, esposa, científica, líder y colombiana, tal cual como se define, rompió emprender cuando su socio, Martin Akerman, la llamó para contarle que uno de los proyectos que habían trabajado en el pasado estaba funcionando en el laboratorio de uno de sus mentores, Adrián Krainer, al darle movilidad a niños con “una enfermedad genética devastadora” que afectaba gravemente sus músculos.
En ese momento, pensó continuar trabajando en este tipo de curas, pero desarrollarlas en menos tiempo, y decidió crear, junto a su socio, Envisagenics, “una plataforma donde podemos volver a buscar curas contra enfermedades que tienen errores en el ARN de pacientes y así podemos desarrollar drogas que sean específicas para los pacientes”, afirmó la doctora a la Voz de América.
ARN, explica, es el mensaje que viene de la parte del ADN, pero lo producen las proteínas y es el que permiten diferenciar a los humanos en su color de ojos, piel, etc. Cuando tiene errores en este proceso de hacer proteínas o de empalme, algunas se vuelven toxicas en las celulas, determinando enfermedades raras y tan graves como el cancer.
“Usamos la tecnología de la nube y, usando la inteligencia artificial, buscamos en millas de pacientes, en la parte genómica, y buscamos estos errores… qué pasa con las proteínas, frecuentes son tóxicos. Y de ahí desarrollamos drogas para poder curar esas proteínas”, explica la científica, de 38 años.
Envisagenics se enfoca principalmente en tres áreas terapéuticas: oncología, trastornos neurodegenerativos y metabólicos. Bajo el liderazgo de Pineda, su compañía no solo recibió subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud, recaudó capital de inversionistas, sino que ganó varias competencias de inteligencia artificial.
Además, cuando la científica y su socio comenzaron a incursionar en esta nueva industria, identificaron que eran necesarios integrar, con otros aliados, lo que constituyeron hace tres años como la Alianza para la Inteligencia Artificial en el Cuidado de la Salud -de la cual es secretaria- y, de esta manera, tener claros los estándares, las pólizas, la ética y trabajar de la mano con el gobierno, las farmacéuticas, los reguladores, sobre el tema.
Además de tener respaldo en estudios clínicos y brindar seguridad a los pacientes de las drogas y tratamientos desarrollados con inteligencia artificial, un trabajo que, según la científica, desarrolla la alianza mundialmente en Europa, Canadá y Estados Unidos.
Abrir campo a las mujeres
Envisagenics no solo es una empresa que busca la cura para enfermedades, sino que pretende dar oportunidades a mujeres o minorías en ciencias de la vida, que a veces suelen ser dominadas por hombres educación y, allí, dice Pineda, es importante dar ejemplo, brindar y demostrarles a las nuevas generaciones que es posible desempeñarse en compañías de tecnología, farmacéuticas, corporaciones grandes, incluso en cargos ejecutivos.
Es más, en su compañía, cuenta la colombiana, llegan muchas mujeres y personas «de color» buscando una oportunidad porque se detectaron con la líder o con las personas que trabajan allí. Y es así como la mitad de sus empleados pertenecen al género femenino.
“Cuando estamos buscando personas, estamos buscando las mejores personas, no importa dónde vienen ni como sean”, agrega la científica.
Además, brindan oportunidades para que otros hagan sus pasantías, cursando aún la secundaria, el doctorado o, incluso, el postdoctorado, queriendo replicar las mismas oportunidades que ella murió como estudiante.
Para ella, ser mujer no le ha impedido conseguir todo lo que es hasta hoy, pues piensa que los obstáculos son los que cada persona se impone, sin importar el género a la que pertenezca. Aunque que confiesa que “todo en la vida es difícil”, no quiere decir que “no deba hacerse”.
“Obviamente, llego como mujer a muchos lugares y soy la única mujer y la única latina. Obviamente lo noto. No soy ciego a eso, pero solamente porque sea diferente no quiere decir que tengo que actuar diferente”, agrega la doctora Pineda.
Y, aunque confiesa que “aún falta mucho” por llegar a una equidad de género en el mundo, reconoce que lo primero que se deben trabajar son los “prejuicios”, pues enfatiza en que “la concepción de cómo las mujeres son o tienen que ser muy dificil”. Por eso, afirma que es una situación que se debe trabajar, en especial en Latinoamérica, donde poco o nada se habla del tema.
colombia donde quiere volver
María Luisa nació en Santiago de Cali, la capital del departamento colombiano del Valle del Cauca. Por un momento difícil que pasó su país y su ciudad, en 2001, tuvo que emigrar a Estados Unidos.
Con la voz entrecortada, dice que lo más duro fue dejar a su familia y sus amigos, en una etapa de la adolescencia, donde, además, estaba a punto de graduarse del colegio.
Lo mas gratificante fue llegar y darme cuenta de que este pais [EEUU] de verdad tenía todo lo necesario para salir adelante».
Sin embargo, el país norteamericano fue, al mismo tiempo, su puerta de entrada a lo que siempre soñó: “Me gustaba mucho la ciencia, la robótica, y habían programas, becas, profesores, mentores, había mucha gente que no solamente le quería ayudar a uno, pero también quería verlo salir adelante. Y, para mí, eso fue una de las cosas más gratificantes de llegar a un país nuevo, y tener tanta ayuda y poder lograr lo que uno cree, lo que sueña”.
En Miami, deberá repetir un grado y terminar la secundaria, donde conoció a su admirable profesora de genética. “Y ahí estudiando genética, aprendí qué era lo que necesitaba” y fue entonces cuando ganó la Feria Internacional de Ciencias Intel de la escuela secundaria. Para sus estudios universitarios, la doctora Pineda recibió una dotación de 2 millones de dólares de la Fundación Goizueta y una beca del NIH con el programa Minority Access to Research Careers (MARC U*STAR).
Es así como, desde los 15 años, ha vivido en torno a becas y reconocimientos. Recibió su doctorado como estudiante graduado de Arnold y Mabel Beckman, y fue becaria de la fundación William Randolph Hearst. Tras graduarse, adquirió experiencia en inversiones en empresas emergentes de tecnología y ciencias de la vida, como Canrock Ventures y Golden Seeds.
María Luisa, quien actualmente vive en Nueva York, sueña con llegar a más personas, desarrollar más curas. A dar ejemplo y oportunidades a más mujeres, a más estudiantes. Pero su tierra también la llama. Dice que, sin la educación temprana que tuvo en su ciudad, no sería la científica exitosa de hoy.
Y aunque confiesa que Estados Unidos le ha dado su carrera, su empresa y su familia, también sueña con poder trabajar en su país para encontrar tratamientos que puedan ayudar a las pacientes con cáncer de mama.
“La tecnología y toda la parte que yo trabajo debería llegar algo a Colombia, como país… Me gustaría trabajar con el gobierno, con los científicos, con los pacientes, con las fundaciones… Las terapias que se usan es muy diferente y necesitan mucha ayuda para poder llegar adonde estamos nosotros aquí en los Estados Unidos”, apunta.
Su historia de vida ya se ha convertido en legado, quizás el que ella quiere dejar: “Que todo lo que uno se pone en mente y quiere hacer, se puede”. O el ejemplo que quiere que recuerde a su hijo, que persiga todo lo que lo hace feliz.
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