El dolor exige su propio lenguaje imposible. Para afrontar la muerte de un ser querido (o la melancolía persistente del desplazamiento diaspórico), hay que romper las reglas. Requiere nuevos modismos, nuevas frases y nuevas formas de expresión. Para lidiar con estos sentimientos, la música radicada en Los Ángeles Fabi Reyna, también conocida como Reyna Tropical, recurre a la sabiduría de un neologismo conciso: malegría.
Tomado prestado de una canción de Manu Chao de 1998, el término imita “agridulce” al combinar las palabras en español para “malo” y “felicidad”. Es un concepto que captura el radiante espectro emocional del debut de Reyna, lanzado dos años después de la muerte de su compañera de banda, Nectali “Sumohair” Díaz, en un accidente de scooter eléctrico. El disco es una meditación imaginativa sobre las posibilidades del collage de géneros diaspóricos: Reyna, Díaz y su nuevo colaborador Nay Mapalo recopilan matices de chicha peruana, zapateado mexicano, soukous congoleño y un puñado de otros estilos, vidriándolos unos sobre otros como si fueran un pintura de acuarela saturada. Con su construcción suelta, arreglos inventivos y tranquilidad litúrgica, malegria es una exploración incisiva de la porosidad de la vida diaspórica.
Reyna es una guitarrista ágil, capaz de deslizarse con fluidez entre géneros y establecerse en el espacio intermedio. “Lo Siento” se basa en un estribillo lírico básico sobre llevar conocimiento que es doloroso, pero la melodía soukous en bucle se siente empapada de una luz de color caléndula, como si hubiera aprovechado la mismísima apricidad. “Conexión Ancestral” es un desvío estilístico de alto brillo con una base impactante de cuatro en el piso. “Suavecito” es una radiante oración por la serenidad, construida sobre toques de percusión afrocolombiana y un dembow riddim al galope. La canción cuenta con la participación del productor londinense Busy Twist y Franklin Tejedor, la mitad del dúo electrónico colombiano Mitú. Tejedor proviene de una larga línea de percusionistas de la Reconocido por la UNESCO pueblo de San Basilio de Palenque, el primer pueblo negro libre de América. Él presta su voz y batería a la canción, abriendo la canción con una introducción hablada en el idioma criollo palenquero de San Basilio. Con sus guitarras relucientes y tambores folclóricos, “Suavecito” refleja los impulsos más exploratorios de Reyna, evocando un momento indeleble de magia futurista tropical.
El álbum está lleno de notas de voz de conversaciones que Reyna tuvo con Díaz, lo que sirve como una ventana al proceso creativo de la pareja y al mismo tiempo refleja los temas más amplios del álbum. En el interludio “Mestizaje”, una narradora anónima habla sobre la peligrosa ideología racial colorista que ha dado forma a su familia y a tantas otras latinoamericanas, en la que se fomentan los matrimonios con parejas blancas para producir hijos “más guapos”. malegria Tiene éxito, en parte, porque Reyna no tiene miedo de confrontar también las partes feas de la cultura latinoamericana.