El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, activó el viernes un decreto que aguantó el acceso de los civiles a las armas de fuego, en un intento por frenar el aumento de la posesión de armas durante la presidencia de su predecesor ultraderechista Jair Bolsonaro.
El decreto cumple una promesa de campaña de Lula, que criticó los controles de armas mas laxos bajo Bolsonaro, argumentando que eran responsables de una ola de violencia política durante las elecciones del año pasado.
Bolsonaro, que a menudo instó a sus posibilidades a armarse o arriesgarse a ser «esclavizados», ha dicho que las armas hacen que Brasil sea más seguro, señalando una tasa de homicidios más baja durante su tiempo en el cargo.
Bolsonaro alimentó la cultura de las armas al flexibilizar las restricciones a los «cazadores, tiradores o coleccionistas» (CAC), facilitando que la gente se registre para esos permisos y almacene armas.
El decreto de Lula redujo el acceso a las armas de fuego para ese grupo.
Por ejemplo, un cazador registrado, que antes podía poseer hasta 30 armas, la mitad de las cuales podrían ser de fuego restringido, ahora sólo podrá tener seis. También tendrán acceso a menos balas y necesitarán la autorización de la agencia de protección ambiental Ibama.
Lula también traspasó la responsabilidad del control de las armas civiles del ejército a la policía federal. El ejército fue crítico por su escasa supervisión, bases de datos incompletas, poca transparencia y deficiente intercambio de información con las fuerzas del orden.