Si no hubiera pasado por tanta adversidad al emprender su carrera profesional, Marcelo Arévalo cree que no habría llegado tan lejos.
Viajando hasta 20 horas en autobús de un país a otro, compartiendo camas con sus compañeros y encordando sus raquetas para juntar suficiente dinero para cenar. Sin las lecciones aprendidas de su bautismo de fuego, es poco probable que Arévalo pisara la cancha el jueves en Roland Garros como el primer jugador centroamericano de dobles en la historia en llegar a una final de Grand Slam.
“El sacrificio te hace más fuerte, al igual que ver que las cosas no son tan fáciles de lograr y que hay que trabajar para conseguirlas”, dijo a ATPTour.com el salvadoreño de 31 años. “Las cosas buenas son difíciles de conseguir. Siento que es algo que personalmente me ha dado fuerza mental. Seguir luchando por mi sueño de ser tenista profesional y competir en los torneos más importantes”.
Ese sueño nació a los seis años en Sonsonate, a poco más de una hora de San Salvador, la capital de El Salvador. Allí, en el club al que iban todos los domingos sus padres (Rafale y Sofía) y sus hermanos (Erika y Rafael), Marcelo probó su primera raqueta; un Head Radical amarillo como el de su héroe Andre Agassi. Aunque las batallas del estadounidense en la década de 1990 contra su compatriota Pete Sampras fueron la inspiración de Arévalo, el hombre conocido como ‘Chelo’ siempre quiso seguir los pasos de su hermano Rafael, cuatro años mayor que él.
A medida que crecía, Arévalo se dio cuenta de que si quería emular a Rafael (quien alcanzó el No. 374 en el Ranking ATP de Pepperstone en 2008), tendría que dejar el país para jugar en torneos. La comodidad no era la prioridad. “No fui un privilegiado, pero tampoco me puedo quejar”, dijo Arévalo. “Siempre tuve el apoyo de mi familia, que es lo más importante. Eso te da mucha seguridad. No éramos una familia con mucho dinero, pero mis padres siempre se esforzaban por enviarme a los torneos. Obviamente, tenías que hacer sacrificios cuando viajabas”.
Muchas veces, la mejor opción fue el autobús, aun cuando tuvo que cruzar fronteras y pasar más de 20 horas en el camino para llegar a las sedes de los torneos en Costa Rica, México y otros países de la región. La austeridad siguió imperando cuando llegó a los torneos, donde casi siempre compartió alojamiento. Una vez, en 2007, compartió una habitación doble con otros cinco tenistas.
“Eso fue lo más desafiante que me pasó”, dijo Arévalo. “Solo había dos camas y nos turnábamos. Tenías que ganar para dormir en una cama con otro jugador. Y si perdías, dormirías en un edredón en el suelo”.
Además de centrarse en su actuación en la cancha, a veces también tenía que centrar su atención en el kit de aseo, que luego colgaba en los balcones o en los baños de los alojamientos. Y nunca se le garantizó la comida.
“En Juniors y Futures viajé con mi máquina de encordar, una Barton que mi papá le compró en un torneo en Costa Rica a Gonzalo Tur, quien ahora viaja como [Andrés] El entrenador de Molteni. Esa máquina ya había ensartado miles de raquetas cuando la tuve en mis manos, pero realmente me ayudó a ahorrar y ganar algo de dinero”, dijo Arévalo.
“Encordaba mis raquetas y las de los demás. Y si en la sede del torneo cobran 10 dólares, yo cobraría siete. Funcionó bien. Recuerdo que si encordaba una o dos raquetas para otros, siempre decía: ‘Eso es para comer’. Lo diría en broma, pero en realidad era muy cierto”, agregó Arévalo, quien fue el número 8 del ranking mundial junior en 2008.
Arévalo siempre encontraba la manera de asegurarse de tener comida mientras competía fuera de casa. Recuerda un ejemplo de un torneo en México cuando era adolescente. Su almuerzo era pan barato con atún en lata del supermercado, que alternaba con tacos de 75 centavos comprados frente a una estación de bomberos. En otras ocasiones, simplemente desayunaba y almorzaba tarde para ahorrar el dinero de la cena.
“No podíamos darnos el lujo de ir a un restaurante a comer pasta o carne”, explica Arévalo. “Pero siempre comíamos. Muchos tenistas han pasado por lo mismo, especialmente en nuestra región. No fue fácil para nosotros, pero te hace fuerte”.
En un momento, sin embargo, comenzó a dudar de su potencial y decidió estudiar administración de empresas en la Universidad de Tulsa, donde continuó compitiendo a nivel universitario.
Dos años más tarde redescubrió la creencia de que podía convertirse en lo que siempre había soñado, dejando la universidad y poniendo su mirada en el ATP Tour una vez más. Partiendo de cero, viajó con muy poco dinero como antes, nunca se quejó cuando tuvo que conducir un auto alquilado durante 15 horas para llegar a un torneo en Houston o cuando tuvo que pedir quedarse con sus compañeros en su habitación de hotel. .
La austeridad comenzó a convertirse en una cosa del pasado cuando sus ganancias en torneos comenzaron a crecer. La madurez que había adquirido en la universidad también lo ayudó a consolidarse en el ATP Challenger Tour (donde ganó tres títulos individuales) y alcanzar su mejor posición individual (No. 138) en el Pepperstone ATP Rankings. Pero pronto hubo otro obstáculo en su camino.
Una hernia en la espalda de Arévalo le impidió cumplir su objetivo esa temporada de seguir progresando. Sin embargo, al darse cuenta de que su lesión no era una carga tan grande cuando jugaba dobles, comenzó a inclinarse más hacia esa disciplina. Su último año compitiendo en singles llegó en 2019. Desde entonces, ha disfrutado de una progresión constante en dobles. Su victoria junto a Jean-Julien Rojer sobre Rohan Bopanna y Matwe Middelkoop en las semifinales de Roland Garros el jueves fue la número 100 como jugador de dobles del ATP Tour.
El sábado en París, luchará por su quinto título a nivel de gira y el más grande de su carrera contra Ivan Dodig y Austin Krajicek. Independientemente del resultado, él y Rojer pasarán al Top 3 del Ranking de Equipos de Dobles ATP de Pepperstone como resultado de su carrera en la capital francesa, lo que le da a Arévalo la esperanza de clasificarse para las Nitto ATP Finals de noviembre por primera vez en su carrera.
“No ha sido un camino fácil, y ciertamente tampoco corto”, dijo Arévalo, quien el lunes también entrará en el Top 20 del Ranking de Dobles ATP de Pepperstone por primera vez. “Mi historia ha sido una de trabajo duro, subiendo de rango, luchando cada semana. En el camino enfrenté momentos difíciles, [but] las cosas llegaron poco a poco y siempre creí que podía hacerlo”.