De la noche a la mañana, la aplicación de edición de fotos LensaAI tuvo un gran éxito cuando lanzaron su función Magic Avatar, que utiliza tecnología de IA y 10-20 fotos de los usuarios para crear retratos asistidos por IA en una variedad de estilos.
Sin embargo, los artistas que sospechaban del uso de generadores de imágenes de IA se preocuparon cuando vieron lo que parecían firmas garabateadas en las esquinas de muchos de estos retratos de IA. Algunos artistas sostienen que esto podría probar que LensaAI estaba robando obras que incluían marcas de agua o firmas que los artistas usan para evitar robos.
Una ilustradora que se hace llamar Lauryn Ipsum en Twitter señaló este fenómeno en lo que ahora es viral Pío: “Todos estos son retratos de Lensa donde aún se ven los restos destrozados de la firma de un artista”, escribió Ipsum, con fotografías adjuntas. “Esos son los restos de la firma de uno de los múltiples artistas a los que robó”.
Todas las firmas que creó la IA eran ilegibles y, para Prisma Labs (la empresa matriz de Lensa AI), no constituyen prueba de robo.
“La noción de ‘restos de firmas de artistas’ se basa en la idea errónea de que las redes neuronales podrían combinar imágenes existentes. El proceso real es diferente”, escribió Andrey Usoltsev, CEO de Prisma Labs en un correo electrónico a ARTnoticias.
Explicó que si bien las redes neuronales se entrenan en imágenes preexistentes, una vez que se realiza el entrenamiento, la IA no se refiere al vasto conjunto de datos de imágenes en las que se entrenó. Más bien, ahora ha aprendido a imitar estilos particulares. Según Usoltsev, la IA ha aprendido que una característica clave de la categoría «pintura» es una firma, por lo que la inventa.
“En esta ocasión, imita las pinturas, el subconjunto de las imágenes que generalmente vienen con firmas. AI entiende las firmas como una característica de estilo inherente y las imita”, escribió Usoltsev, quien agregó que “los detalles señalados no usan ningún lenguaje existente y no representan la firma del artista en particular”.
Según Usoltsev, este mimetismo no es un robo, ya que ningún artista en particular tuvo su firma distorsionada o, en palabras de Ipsum, “destrozada”.
Sin embargo, el problema puede no ser que le estén robando a un artista, sino que, en masa, su trabajo podría haber sido utilizado para entrenar a la tecnología que amenaza con reemplazarlos.