Dijo que la suspensión también “simboliza un nuevo comienzo” ya que el presidente tiene la oportunidad “de anunciar todas las cosas nuevas que se van a hacer”.
La deuda insostenible y una grave crisis de balanza de pagos, además de las cicatrices persistentes de la pandemia de COVID-19, han provocado una grave escasez de productos básicos como combustible, medicamentos y alimentos. Los precios altísimos provocaron protestas masivas el año pasado que expulsaron al predecesor de Wickremesinghe, Gotabaya Rajapaksa.
Aunque hay algunos signos de progreso, los cortes de energía diarios han continuado debido a la escasez de combustible y el gobierno está luchando por encontrar dinero para pagar a sus empleados y realizar otras funciones administrativas.
Ha habido un creciente descontento público por la reciente medida del gobierno de aumentar los impuestos y las facturas de electricidad en un aparente intento de obtener un paquete de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sri Lanka está efectivamente en bancarrota y ha suspendido el pago de casi 7.000 millones de dólares de deuda externa con vencimiento este año a la espera del resultado de las conversaciones con el FMI. La deuda externa total del país supera los 51.000 millones de dólares, de los cuales 28.000 millones de dólares deben pagarse para 2027.
El gobierno anunció recortes del 6 por ciento en los presupuestos de cada ministerio este año y planea reducir casi a la mitad el tamaño de las fuerzas armadas, que habían aumentado a más de 200.000 efectivos debido a una larga guerra civil.
Durante la suspensión del Parlamento, el presidente continúa en funciones y los legisladores conservan sus escaños aunque no asistan a ninguna sesión.