La oficina de derechos humanos de la ONU insta a Colombia a reformar la vigilancia de las protestas

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El reporte documenta varios casos de uso innecesario o desproporcionado de la fuerza por parte de agentes de policía durante manifestaciones generalizadas que comenzaron el 28 de abril y continuaron durante varias semanas.

Las protestas formaban parte de un paro nacional contra las antiguas igualdades económicas y sociales del país, muchas de las cuales se vieron agravadas por la COVID-19 pandemia.

46 muertes verificadas

Durante el período del 28 de abril al 31 de julio, ACNUDHLa oficina de Colombia recibió más de 60 denuncias de muertes en el contexto de las protestas. Hasta el momento, ha verificado la muerte de 46 personas: 44 civiles y dos policías. La mayoría de las muertes documentadas, el 76 por ciento, fueron por heridas de bala.

La oficina de Colombia realizó más de 620 entrevistas con víctimas y testigos, y examinó 83 videos, incluidas imágenes de teléfonos móviles de las protestas e incidentes relacionados. El personal también celebró unas 878 reuniones con funcionarios gubernamentales, representantes de la sociedad civil y manifestantes.

Con base en este análisis, hay motivos razonables para creer que los policías fueron responsables de al menos 28 de las muertes, según el informe, con miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) de la Policía Nacional involucrados en al menos 10.

Se cree que los agentes no estatales mataron a 10 personas, mientras que no hay información suficiente para determinar los posibles autores de otras ocho muertes.

El informe también incluye unos 60 casos denunciados de violencia sexual presuntamente cometidos por la policía. Hasta el momento, el ACNUDH ha verificado 16.

Uso desproporcionado de la fuerza

El informe detalla casos de uso innecesario o desproporcionado de la fuerza por parte de policías, especialmente miembros del ESMAD, para dispersar protestas pacíficas y bloqueos. Personas armadas también atacaron y dispararon contra los manifestantes sin que intervinieran las fuerzas de seguridad.

El ACNUDH subrayó la importancia de que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respeten principios como la legalidad, la precaución y la necesidad cuando vigilen manifestaciones, y solo utilicen armas de fuego como medida de último recurso cuando exista una amenaza inminente para la vida o lesiones graves.

Todas las personas presuntamente implicadas en causar lesiones o la muerte, incluidos los funcionarios del Estado, deben ser objeto de investigaciones rápidas, independientes, imparciales y transparentes, y debe garantizarse a las víctimas el derecho a una reparación integral. Los pasos tomados hasta ahora hacia la investigación y el enjuiciamiento han sido bienvenidos, según el informe.

Proteger los derechos humanos

El informe también subrayó la responsabilidad del Estado de proteger los derechos humanos sin discriminación y la obligación de facilitar el derecho de reunión pacífica de las personas, y concluyó que Colombia no logró mantener un entorno seguro para los manifestantes en varias ocasiones.

Otra preocupación fue el grado en que los manifestantes fueron criminalizados y estigmatizados, incluso por los medios de comunicación vinculándolos con vandalismo o incluso alegando actos de terrorismo, dijo el ACNUDH. Defensores de derechos humanos y periodistas también fueron atacados durante las protestas.

El informe también documenta la violencia y los daños causados ​​por algunos manifestantes y otras personas, que el ACNUDH ha condenado sistemáticamente, aunque señala que la mayoría de las protestas fueron pacíficas.

Lecciones aprendidas

Además, detalla las áreas en las que han progresado las investigaciones sobre presuntas violaciones de derechos humanos, y acoge con satisfacción la tolerancia cero declarada por el gobierno colombiano con respecto a las violaciones cometidas por las fuerzas de seguridad.

En las lecciones aprendidas se recomienda a las autoridades que tomen medidas para garantizar que los encargados de gestionar las protestas, en particular la Policía Nacional, solo recurran a medidas de dispersión que estén estrictamente en consonancia con las normas y estándares internacionales de derechos humanos.

Tomando nota de las propuestas de reforma del gobierno, el informe pide un amplio debate nacional sobre la reforma policial, incluida la posible transferencia de la fuerza del Ministerio de Defensa al control civil, y la mejora de los mecanismos internos de supervisión y rendición de cuentas.

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