“Deploramos el ahorcamiento de dos hombres hoy en Singapur y estamos profundamente preocupados por la ejecución prevista de otros dos el 5 de agosto”, ACNUDH La portavoz Liz Throssell dijo en un declaración.
Delitos de drogas
Los dos presos, un malasio y un singapurense, fueron ahorcados después de ser condenados en mayo de 2015 por tráfico de drogas y sus apelaciones fueron rechazadas.
Mientras tanto, Abdul Rahim bin Shapiee y Ong Seow Ping, otros dos hombres, fueron condenados en 2018 por posesión de drogas con fines de tráfico.
A pesar de apelar sus sentencias, se espera que ambos sean ejecutados el viernes 5 de agosto.
Minorías condenadas desproporcionadamente
La ejecución la semana pasada del ciudadano malayo singapurense Nazeri Bin Lajim suscitó serias preocupaciones sobre la naturaleza discriminatoria de las sentencias de muerte en Singapur.
Fue arrestado por tráfico de 33 gramos de diamorfina, que poseía principalmente para uso personal.
Expertos independientes de la ONU observaron que un número desproporcionado de condenados a muerte por delitos relacionados con las drogas pertenecían a minorías que tendían a provenir de entornos económicamente desfavorecidos, lo que hacía que el Sr. Lajim fuera más propenso a ser condenado a muerte.
Ejecuciones programadas para «detener»
En su declaración, la Sra. Throssell instó a las autoridades de Singapur a “detener todas las ejecuciones programadas”, incluidas las de Abdul Rahim bin Shapiee y Ong Seow Ping.
También instó al Gobierno a “poner fin al uso de sentencias de muerte obligatorias por delitos de drogas, conmutar todas las sentencias de muerte por una sentencia de prisión e inmediatamente establecer una moratoria en todas las ejecuciones, con miras a abolir la pena de muerte”.
los Consejo de Derechos Humanos subraya que la pena capital es “incompatible con el derecho a la vida” y el derecho a no ser torturado ni sometido a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Hasta la fecha, más de 170 Estados han abolido o introducido una moratoria sobre la pena de muerte, ya sea en la ley o en la práctica, y la ONU insta a Singapur a seguir sus pasos.