Una nueva ley europea que impone el primer impuesto fronterizo sobre el carbono en el mundo entra en vigor en octubre de 2023. Se aplicará gradualmente durante los próximos tres años antes de que se implemente por completo.
Un impuesto al carbono es un tipo de gravamen impuesto a las emisiones de gases de efecto invernadero. Su objetivo es alentar a las empresas a adoptar métodos de producción limpios.
Pero las empresas podrían eludir el impuesto trasladando unidades de producción fuera de la UE a países con condiciones menos estrictas, como los de África, y luego exportando productos a la UE. Es por eso que la UE ha ideado el Mecanismo de Ajuste Fronterizo de Carbono.
En este momento, a las empresas que operan dentro de la UE les cuesta alrededor de 80 euros (86 dólares estadounidenses) emitir una tonelada de dióxido de carbono. Según el nuevo sistema, a los importadores se les cobrará lo mismo por las emisiones de carbono que a los productores nacionales.
La nueva política se aplicará inicialmente a la generación de hierro, acero, cemento, aluminio, fertilizantes, hidrógeno y electricidad.
Pero el mecanismo ha resultado ser muy controvertido.
En el norte global ha sido aplaudido como una acción climática positiva. Los arquitectos de la política lo ven como una oportunidad para que la UE desempeñe un «papel de liderazgo a nivel mundial» en la acción climática. Los activistas climáticos en el norte global también están entusiasmados con esto, aunque un estudio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo concluyó que la reducción de emisiones del mecanismo de ajuste de la frontera de carbono «representa solo un pequeño porcentaje de las emisiones globales de CO₂».
En el sur global ha sido fuertemente criticado. Los críticos lo ven como una medida de protección de la industria que tendrá repercusiones negativas en regiones como África.
La pregunta que se plantea es si tal acción climática es justa.
En nuestro informe recién publicado, señalamos que los sectores afectados (cemento, hierro y acero, aluminio, fertilizantes y electricidad) son impulsores clave de las economías africanas. Concluimos que la nueva política acabará con el 0,91 % del PIB combinado del continente (equivalente a una caída de 25 000 millones de USD a niveles de PIB de 2021).
Para poner esto en contexto, las pérdidas anuales del impuesto fronterizo representan, en valor, tres veces el presupuesto de cooperación al desarrollo que la UE comprometió con África en 2021. En 2021, la UE asignó 6.300 millones de euros (6.800 millones de dólares estadounidenses) al continente.
Encontramos que África sería la región más afectada, como parte del PIB. Esto se debe a que la UE representa un mercado clave para muchas economías africanas que exportan los productos cubiertos por la nueva ley.
Concluimos que la política es un desafío importante para África. Afectará de manera desproporcionada a las economías africanas, grandes y pequeñas, a pesar de que el continente tiene una huella de carbono limitada. Pero también notamos que medidas como esta están aquí para quedarse: lo que se necesita por parte de la UE es un enfoque diferenciado que pueda dar un respiro para que los países se ajusten, combinado con la financiación adecuada.
terreno dificil
Nuestros modelos muestran que el impacto de las nuevas medidas podría mitigarse si los países africanos desviaran sus exportaciones a otros mercados, en particular China e India.
Pero la diversificación del mercado ha sido un desafío para la mayoría de las economías africanas.
Tomemos el caso de Mozambique. Nuestro modelo encontró que el país está particularmente expuesto a la nueva ley debido a sus exportaciones de aluminio a la UE, mientras que el valor de sus exportaciones a China es casi insignificante.
Y podría haber más problemas en el futuro. En reacción a la ley de la UE, otros países que son posibles mercados para África han anunciado su intención de introducir mecanismos similares en un intento por descarbonizar el comercio.
En marzo de 2023, el Reino Unido abrió consultas para su mecanismo. En mayo de 2023, India anunció que tomaría represalias mediante la introducción de un sistema de tarifas. Estados Unidos introdujo su propia medida de represalia a través de la Ley de Reducción de la Inflación.
En un intento por calmar las críticas, Bruselas y algunas capitales europeas plantearon la idea de «reciclar» los ingresos de la nueva política para ayudar a los países africanos a adaptarse. Sin embargo, la UE también se comprometió de manera vinculante a utilizar los ingresos para su propio Fondo de Innovación. Esto financiará el desarrollo de nuevas tecnologías en el bloque.
En cualquier caso, es poco probable que los ingresos previstos de 1.000 millones de euros que se generarán con la nueva política compensen la mayor pérdida de ingresos de los países africanos.
Podría decirse que África podría capear el impacto de la ley si hubiera estado en el proceso de ampliar la capacidad de energía renovable. Sin embargo, hasta la fecha, el continente continúa atrayendo solo el 2% de las inversiones globales en energía renovable. La financiación climática prometida no llega. La propia UE tampoco ha contribuido con su parte justa a la financiación climática internacional.
Una hoja de ruta para las respuestas
Los países deberán alcanzar urgentemente nuevos acuerdos de exportación y desbloquear nuevos mercados para sus exportaciones para reducir el impacto de la nueva ley de fronteras de carbono de la UE. Esta será una tarea difícil para la que la mayoría de los países no están preparados.
El acceso a otros mercados también dependerá de la dirección política que tomen los países al responder a lo que se considera una guerra comercial y un mayor proteccionismo por parte de la UE.
Teniendo en cuenta la huella de carbono limitada del continente y el desafío limitado para la base industrial de la UE, lo que se necesita es un enfoque diferenciado que permita a los países adaptarse, combinado con la financiación adecuada.
El costo del camino hacia la transición en combinación con los ajustes de política necesarios debería formar la base de una respuesta africana. Medidas como estas llegaron para quedarse. Por lo tanto, los países africanos deberían considerar un camino hacia la industrialización verde y obtener apoyo en torno a esa agenda a través de inversiones.
Faten Aggad, asesor senior de diplomacia climática de la African Climate Foundation, contribuyó a este artículo.
El informe en el que se basa este artículo fue un proyecto conjunto entre la African Climate Foundation y el Instituto Firoz Lalji para África de la London School of Economics.
david lucasprofesor en prácticas y director estratégico del Instituto Firoz Lalji para África, Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres
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