Permitir que los médicos de China continental trabajen en Hong Kong ha sido motivo de debate durante años.
Incluso antes de la pandemia, los partidarios argumentaron que podría aliviar la escasez en el sistema de salud sobrecargado de la ciudad.
Los médicos locales en el pasado se han opuesto, citando cuestiones como el idioma y las barreras culturales, aunque los críticos han desestimado tales comentarios como proteccionismo.
Se suponía que Hong Kong operaría como una región semiautónoma de China, después de que el territorio regresara del dominio colonial británico en 1997.
Pero esa autonomía se erosionó en los últimos años cuando China aplastó un movimiento democrático.
MANO DE OBRA ‘AGOTADA’
Hong Kong ha registrado más de 62.000 casos de COVID-19 en la ola actual, en comparación con solo 12.000 durante los dos años anteriores.
Los expertos en salud temen que el número real sea mucho mayor debido a la acumulación de pruebas y a que las personas evitan las pruebas por temor a verse obligadas a ingresar en unidades de aislamiento si dan positivo.
Alrededor de 1.200 trabajadores de la salud han sido infectados hasta el miércoles, según la Autoridad Hospitalaria.
El presidente de la Autoridad Hospitalaria, Henry Fan, dijo a los medios estatales el lunes que esperaba que el gobierno continental enviara médicos y enfermeras, porque la mano de obra local se había «agotado».
Hong Kong ordenó a los 7,4 millones de residentes que se sometan a tres rondas de pruebas obligatorias de coronavirus el próximo mes.
China está ayudando a construir una serie de unidades de aislamiento y salas de hospital temporales, pero no está claro si se pueden construir suficientes.
El modelo local predice que la ciudad podría experimentar hasta 180.000 infecciones y 100 muertes diarias para mediados de marzo.
China gobierna cada vez más Hong Kong por decreto.
En los últimos dos años, el máximo órgano legislativo de Beijing impuso en la ciudad una ley de seguridad nacional radical y una reestructuración política en respuesta a las enormes protestas por la democracia.
Las autoridades locales también han recurrido cada vez más a las órdenes de emergencia.
Durante las protestas de 2019, las autoridades utilizaron tales poderes para prohibir el uso de máscaras.
Al año siguiente, se utilizaron órdenes de emergencia para hacer obligatorio el uso de mascarillas durante la pandemia.
También se ha invocado la ley de prevención de enfermedades de la ciudad para prohibir las reuniones públicas y una serie de estrictas medidas de distanciamiento social y órdenes de cierre de negocios que han estado vigentes de forma intermitente durante dos años.
La líder de la ciudad, Carrie Lam, ha defendido su enfoque, citando la intensidad de la crisis del virus.
“En un entorno tan urgente como este, no podemos permitir que las leyes existentes nos impidan hacer lo que debemos hacer”, dijo el martes.
«Esta no es la mentalidad para pelear una guerra».