El gobierno de Haití pedirá la ayuda de fuerzas armadas extranjeras contra las pandillas y manifestantes que han paralizado el país, en momentos en que se agotan los combustibles y el agua, revelará el viernes un alto funcionario a La Prensa Asociada.
El funcionario, que no estaba autorizado a hablar públicamente sobre el asunto, dijo que aún no se ha presentado un pedido oficial por escrito.
No estaba claro si el pedido significaría la activación de las fuerzas de paz de Naciones Unidas, cuya misión finalizó hace un lustro luego de 11 años turbulentos.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, se reunió el jueves con el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, el canciller haitiano Jean Victor Généus y otros funcionarios para analizar la situación.
Almagro tuiteó el jueves que Haití debe “pedir ayuda urgente” de la comunidad internacional para “apoyar a resolver la crisis de seguridad, determinando características de la fuerza de seguridad” internacional.
Muchos haitianos han rechazado la idea de una nueva intervención internacional, recordando que los efectivos de paz de la ONU fueron acusados de agresión sexual y provocaron una epidemia de cólera en la que murió casi 10.000 personas hace 10 años.
“No creo que Haití necesite una nueva intervención”, opinó el exministro para Asuntos Electorales Mathias Pierre. “Hemos pasado por tantas y no se ha resuelto nada… Si no lo hacemos como haitianos, dentro de 10 años estaremos en la misma situación”.
Pidió al gobierno estadounidense que ayude a reducir la cantidad de armas y municiones que llegan a Haití y mejore el equipamiento de la policía para que tenga más armas y la capacidad de obtener información sobre las pandillas.
Sostuvo también que una fuerza de seguridad internacional “no enfrentará a un ejército, (sino) pandillas situadas en zonas pobres que usan a la población como escudos para protegerse”.
La Policía Nacional haitiana, escasa en recursos y con apenas 12.800 agentes en un país de 11 millones de habitantes, ha tenido dificultades para enfrentarse a las pandillas.
Las pandillas se han vuelto más poderosas desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2012.
El gobierno del primer ministro, Ariel Henry, accedió a pedir ayuda a las fuerzas armadas extranjeras y su oficina dijo en un comunicado que él no ha renunciado, en respuesta a lo que llamó informes falsos en redes sociales, festejados por cientos de haitianos en las calles el jueves por la noche.
“Son pura y simplemente estrategias de inventos, intoxicación, orquestadas por individuos mal intencionados que tratan de sembrar más problemas y confusión”, dijo su oficina.
Los manifestantes y otros grupos cada vez más poderosos han ayudado a hundir al país en un nivel de caos y parálisis sin precedentes desde hace un mes, cuando las pandillas rodearon una gran terminal de combustibles en Puerto Príncipe. Se niegan a abandonarla hasta que renuncie a Henry.
Por ello, ha sido imposible distribuir unos 35 millones de litros (10 millones de galones) de diésel y gasolina y unos 2,8 millones de litros (800.000 galones) de queroseno almacenados en el lugar.
Los manifestantes han bloqueado caminos desde que Henry anunció a principios de septiembre que su gobierno ya no tenía recursos para subsidiar los combustibles, que inmediatamente aumentaron de precio.
Las gasolinas están cerradas, los hospitales han reducido los servicios críticos y tanto los bancos como las tiendas han cortado sus horarios.
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