Este año se produjeron 18 tormentas con nombre, 11 huracanes y cinco huracanes importantes (clasificados como categoría 3 o superior), lo que marcó la novena temporada consecutiva por encima del promedio para la cuenca del Atlántico.
“Año tras año, la crisis climática sigue batiendo nuevos récords, lo que se traduce en más fenómenos meteorológicos extremos.incluidos ciclones tropicales que se intensifican rápidamente, lluvias intensas e inundaciones”, dicho Celeste Saulo, Secretaria General de la Organización Meteorológica Mundial de la ONU (OMM).
Entre ellos se encontraba el huracán Beryl, que hizo historia como el huracán de categoría 5 más temprano jamás registrado en la cuenca del Atlántico. Beryl, que atacó en julio, dejó una devastación generalizada en todo el Caribe.
Si bien la tormenta causó grandes daños a viviendas e infraestructuras, su impacto en la vida humana fue mitigado por los avances en los sistemas de alerta temprana.
“A pesar de su ferocidad, el huracán provocó menos muertes que los anteriores. Esto fue gracias a los avances en el fortalecimiento de sus sistemas de alerta temprana.”, dijo la Sra. Saulo.
Una temporada de extremos
Después de la devastación provocada por el huracán Beryl en julio, la actividad se desaceleró en agosto debido a que las condiciones atmosféricas en África occidental impidieron el desarrollo de tormentas.
Sin embargo, la frecuencia e intensidad de las tormentas aumentaron a principios de septiembre, y después del 25 de septiembre se formaron siete huracanes, un récord para la actividad tardía.
El huracán Helene tocó tierra a finales de septiembre como tormenta de categoría 4 en la costa del Golfo de Florida, causando inundaciones catastróficas en los Apalaches del sur, daños generalizados por vientos en el este de Estados Unidos e inundaciones por marejadas ciclónicas a lo largo de la costa de Florida.
Con más de 150 muertes directas, Helene se convirtió en el huracán más mortífero que azotó el país desde el huracán Katrina en 2005.
En octubre, el huracán Milton tocó tierra cerca de Siesta Key, Florida, como tormenta de categoría 3. Desencadenó 46 tornados, lluvias torrenciales y graves inundaciones.
Amenazas crecientes en medio del cambio climático
La temporada de huracanes de 2024 puso de relieve la alarmante tendencia a tormentas cada vez más severas alimentadas por la crisis climática.
Según la OMM, el aumento de las temperaturas globales está intensificando los ciclones tropicales, lo que lleva a una rápida intensificación de las tormentas, lluvias más intensas e inundaciones más frecuentes.
Si bien las muertes causadas por ciclones tropicales han disminuido drásticamente (de más de 350.000 en la década de 1970 a menos de 20.000 en la década de 2010), las pérdidas económicas han aumentado considerablemente. Sólo en 2024, cuatro huracanes en Estados Unidos causaron daños superiores a mil millones de dólares cada uno.
Los pequeños Estados insulares en desarrollo del Caribe siguen siendo particularmente vulnerables, con impactos desproporcionados que resaltan la necesidad de ampliar iniciativas como la Alertas tempranas para todos campaña, destinada a fomentar la resiliencia.