Un año que comenzó sin un final a la vista para uno de los conflictos más mortíferos del mundo terminó con una nota de cauto optimismo en la región de Tigray, en el norte de Etiopía, después de un acuerdo de alto el fuego en noviembre.
La guerra de dos años ha causado una grave crisis humanitaria, matando a decenas de miles, dejando a millones con una grave necesidad de alimentos y amenazando la estabilidad del segundo país más poblado de África.
El 2 de noviembre, el gobierno federal de Etiopía y el Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF), una fuerza guerrillera convertida en partido político que domina la región, acordaron dejar de luchar luego de conversaciones mediadas por la Unión Africana.
La guerra civil estalló en noviembre de 2020 después de meses de crecientes recriminaciones entre las dos partes. El TPLF, que dominó Etiopía durante casi tres décadas antes de que el primer ministro Abiy Ahmed asumiera el cargo en 2018, acusa a su gobierno de querer centralizar el poder a expensas de las regiones.
Abiy acusa al TPLF de intentar recuperar el poder nacional. Cada lado rechaza la narrativa del otro. Las agencias de las Naciones Unidas, la comisión de derechos humanos designada por el estado de Etiopía y los medios de comunicación, incluidos Reuters.
Todas las partes niegan las acusaciones. La tregua ha permitido que se reanuden las entregas de ayuda internacional a partes de Tigray. La semana pasada, la aerolínea estatal Ethiopian Airlines reanudó los vuelos a la capital de Tigray. Pero las perspectivas de paz siguen siendo inciertas.
Aunque Eritrea, un enemigo jurado del TPLF que ha luchado del lado del gobierno de Abiy, comenzó a retirar algunas de sus fuerzas de dos importantes ciudades de Tigray la semana pasada, aún no está claro si sus tropas se retirarán por completo de Tigray.
Hasta que lo hagan, diplomáticos y analistas temen que las fuerzas de Tigray se nieguen a desarmarse, arriesgándose a que se reanuden las hostilidades.
POR QUÉ ES IMPORTANTE
Etiopía es una potencia militar y diplomática en el este de África, estratégicamente ubicada entre los devastados por la guerra en Somalia, Kenia y Sudán.
Antes del conflicto, los inversionistas habían acudido en masa a Etiopía por una porción de una de las últimas economías en gran medida sin explotar en África, que había comenzado a abrirse a empresas extranjeras.
El ejército de Etiopía, que se considera el más eficaz en el Cuerno de África, desempeña un papel clave en una fuerza de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (UA) en Somalia y también ha enviado tropas allí de forma independiente.
También están las consecuencias humanitarias en curso. Las agencias de ayuda se quejan de que la guerra de Ucrania ha desviado la atención del desastre que se desarrolla en Etiopía.
¿QUÉ SIGNIFICA PARA 2023?
Este año será clave para determinar si el alto el fuego alcanzado en noviembre puede generar una paz duradera en el norte de Etiopía. Quedan cuestiones importantes por resolver, incluida la retirada de Eritrea y otras fuerzas que han luchado junto al gobierno y el futuro del territorio en disputa reclamado tanto por Tigray como por la vecina región de Amhara.
Los socios internacionales están fuertemente comprometidos en poner fin a la guerra.
La UA, Kenia y Sudáfrica ayudaron a mediar en la tregua y están dispuestos a ofrecer una solución africana al problema. Estados Unidos ha dicho que no dudará en imponer sanciones a las partes que no respeten la tregua.
Etiopía, que busca revivir el interés de los inversionistas extranjeros, ha reiniciado la venta de una participación del 40% en la empresa estatal EthioTelecom y un plan separado para emitir una segunda licencia completa de telecomunicaciones.
También apunta a una reestructuración de la deuda bajo el Marco Común del Grupo de los 20 y ha pedido al Fondo Monetario Internacional un nuevo programa de préstamos, pero la guerra ha complicado el progreso. Explore el resumen de Reuters de las noticias que dominaron el año y las perspectivas para 2023.