El estado de los derechos humanos en América Latina es preocupante, y algunos de los que se convencieron lograron o encaminados, están en retroceso, mientras hay desafíos enormes, dijo César Muñoz, el investigador principal de Human Right Watch, en una entrevista reciente con la Voz de América
“Yo creo que en América Latina uno puede ver que donde más problemas de derechos humanos hay es donde las instituciones democráticas son más débiles. Yo creo que hay una conexión entre la fortaleza institucional, especialmente el sistema judicial, y la defensa de los derechos humanos”, dijo el experto.
“En lugares donde no hay independencia judicial, donde la prensa está perseguida, es donde se va a tener más violaciones de los derechos porque no hay nadie que defienda a las personas que sufren esos abusos. Esa es la diferencia”, agregó.
Los derechos y libertades básicos que cualquier persona debe disfrutar sin importar su género, su orientación sexual, su religión, el país donde vive o su etnia son universales y comprender desde el derecho a la libertad de expresión, a votar y elegir a sus propios representantes , el derecho a la vida, a la seguridad personal, el derecho a la salud, a la educación y el derecho a la información, dijo Muñoz.
Los derechos humanos también incluyen el derecho a tener un gobierno que se rija con principios de transparencia, a tener acceso a la información adecuada, a la igualdad de género, a la seguridad y más, agregado.
Por eso se considera “tremendamente preocupante” cuando algún gobierno empieza a atacar el sistema judicial o la libertad de prensa porque eso es el primer paso de un deterioro que puede ser muy grave de la salud democrática del país y de la defensa de los derechos humanos, dijo.
La libertad de expresión y de prensa, tener un juicio justo o un debido proceso legal, poder votar, tener unas elecciones limpias y justas, tener acceso a información veraz, son algunos de los derechos que se han visto vulnerados en los últimos años en la región, destaca Muñoz.
“Estamos defendiendo unas libertades que creíamos que ya estaban conquistadas en gran medida”, dijo.
Y esta situación se da en un contexto de crisis económica y malestar social. Un tercio de los latinoamericanos, más de 200 millones de personas, viven en la pobreza, según las Naciones Unidas, y la región es considerada la de mayor desigualdad en el mundo. A esto se suma la polarización política que han alcanzado varios países, alimentadas por la desinformación que prolifera en las redes sociales.
“Eso nos perjudica a todos. Ocurre en todos los signos políticos e ideologías y al final se enturbia el debate porque no nos podemos poner de acuerdo ni siquiera sobre los hechos, eso impide el diálogo y la convivencia de los países de la región, de muchos de ellos”, dijo Muñoz a VOA.
El investigador resaltó que este año se han tenido elecciones en contextos muy polarizados en América Latina, donde incluso estaba en duda si habría una transición ordenada del poder. “Esto es inaudito. Hace décadas que no estamos en esta situación, en esta duda de si el candidato que no fue elegido iba a aceptar la derrota”, afirmó.
Este año Colombia y Brasil tuvieron elecciones generales y lograron llevar a cabo transiciones ordenadas.
Ahora tienen el desafío de mostrar que la democracia funciona y puede producir buenos resultados en educación, en salud, en seguridad, protección del medio ambiente, que finalmente es defender los derechos humanos, asevera Muñoz.
La necesidad de instituciones solidas
En América Latina y el Caribe se necesitan instituciones democráticas que defiendan el estado de derecho y defiendan los derechos humanos de todos sin discriminación ni restricciones, y esa construcción de institucionalidad es un proceso muy lento, dijo Muñoz.
“No hay atajos aquí y tiene que venir principalmente de los propios países, o sea, puede haber una cooperación externa, técnica, estudios, expertos, pero tiene que haber esa voluntad del país, de su sociedad civil, de hacerlo. Realmente tiene que venir dentro de esa energía”, dijo.
Además de estas dinámicas internas, es «muy importante» que los gobiernos de América Latina adopten políticas exteriores coherentes de defensa de los derechos humanos, «porque es muy fácil que un gobierno de una ideología critique a un gobierno de ideología contraria».
“Esto es un llamado a los nuevos presidentes de América Latina, para que apliquen los mismos estándares de derechos humanos a otros países, sin importar la ideología del gobierno, tanto si es de izquierda o de derecha. Los derechos humanos no tienen ideología”, afirmó.
Especial cuidado en el estado de DDHH en ciertos países
Muñoz considera que se debe mirar con especial cuidado el estado de los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde “hay abuso continuo contra cualquier persona que tenga una visión crítica del gobierno, donde la libertad de expresión está penada con la cárcel”.
También dice que es grave la situación de Haití, un país que atraviesa una de sus peores crisis políticas, humanitarias y de seguridad; y se muestra preocupado sobre México ante “el aumento de la militarización en la seguridad pública y las denuncias muy graves de abusos por parte de esas fuerzas”.
Hace mención especial al éxodo venezolano que, afirma, requiere una respuesta colectiva. “Se están viendo forzados a salir de sus lugares de origen y se requiere una respuesta regional a ese desafío. Se tiene que respetar, por ejemplo, el derecho reconocido internacionalmente a pedir asilo y en muchos lugares vemos que no está siendo respetado, pese a ser un derecho internacional”.
Sobre Guatemala, considera que el estado de derecho está siendo socavado, con el impulso de procesos contra jueces, fiscales y periodistas, mientras que expresa su preocupación por la situación en Bolivia, “donde no hay un sistema judicial independiente y como carece de independencia el sistema judicial, el país no tiene un actor imparcial que dé estabilidad al sistema político y permita una defensa verdadera de los derechos humanos”.
En Honduras, dice, hay cambios positivos que podrían fortalecer su sistema judicial, pero todo depende de que realmente se elija a una Corte Suprema basada en el mérito.
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