Mucho se ha hablado en la Bienal de Venecia del Pabellón de Ucrania del artista Pavlo Makov y de la incorporación de última hora de un Palazzo Ucraina para el arte de protesta. Pero las señales de que la guerra tuvo efectos profundos en la Bienal de este año también son evidentes de otras maneras en la exposición principal del festival.
En la sección Arsenale no se expone una obra de Belkis Ayón que pertenece a un museo ruso porque no pudo viajar a Italia. Y en la sección Giardini, hay una obra recién añadida de la artista ucraniana Maria Prymachenko.
La obra de Ayón, su pintura en tres partes de 1991 La consagracion, pertenece al Museo Ruso de San Petersburgo, y fue incluida en la Bienal de Berlín de 2018. Sería una de las primeras obras que vieran los espectadores al entrar en el Arsenale, como parte de un grupo de pinturas de Ayón que se combinan con una gran escultura de Simone Leigh.
“Debido a la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, fue imposible mostrar la obra original aquí”, dice el texto de la pared de la pintura de Ayón. La pintura ahora aparece como una impresión a gran escala que está pegada a la pared.
La obra de Prymachenko, un gouache de 1967 llamado Espantapájaros, parece haberse unido al espectáculo principal de Cecilia Alemani relativamente tarde en el juego, ya que Prymachenko no apareció en la lista de artistas cuando se anunció a principios de este año. La pintura retrata a un ser de colores fantasiosos de cuya lengua brota una flor.
El arte de Prymachenko llegó a los titulares internacionales a principios de este año porque algunas de sus pinturas fueron destruidas cuando, según informes, las fuerzas rusas destruyeron un museo de historia en Ivankiv que las albergaba. Dentro de Ucrania, su arte es relativamente conocido.
En su texto mural para Espantapájaros, la Bienal señala que “la verdadera amenaza a la memoria artística de Prymachenko data del pasado mes de febrero cuando, durante la invasión rusa de Ucrania, muchas de sus obras corrieron el riesgo de perderse para siempre en el bombardeo del Museo Ivankiv, en el que estaban almacenadas. Entre estas obras podría haber estado Espantapájaros (1967).”
no está claro dónde Espantapájaros provino, ya que, a diferencia de la mayoría de las obras de la muestra principal, no hay una línea de crédito que explique su procedencia.