El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, habla con la prensa después de que los terremotos de magnitud 7,7 y 7,6 azotaran las provincias del sur de Turquía, el 7 de febrero de 2023 en Ankara, Turquía.
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El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró el martes un estado de emergencia de tres meses en 10 de las provincias del país.
Turquía y la vecina Siria se están recuperando de dos terremotos consecutivos, el más fuerte de la región en casi un siglo, que han devastado grandes extensiones de territorio, llevándose consigo vidas y edificios.
En el momento de escribir este artículo, el número de muertos por los terremotos supera los 5.000, y muchos siguen desaparecidos y gravemente heridos. Y poco después de que el desastre sísmico dejara a decenas de miles de personas sin hogar, se desató una brutal tormenta invernal que puso en peligro aún más vidas.
Los sismos, que ocurrieron con nueve horas de diferencia y midieron 7,8 y 7,5 en la escala de Richter, respectivamente, destruyeron al menos 6.000 edificios, muchos mientras aún había personas dentro de ellos. Los esfuerzos de rescate continúan: el gobierno de Turquía ha desplegado casi 15,000 miembros del personal de búsqueda y rescate, y los países de todo el mundo han prometido ayuda, pero los trabajadores de emergencia en ambos países dicen que están completamente abrumados.
Rescatistas y civiles buscan sobrevivientes bajo los escombros de edificios derrumbados en Kahramanmaras, cerca del epicentro del terremoto, el día después de que un terremoto de magnitud 7,8 azotara el sureste del país, el 7 de febrero de 2023.
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Siria, ya paralizada por años de guerra y terrorismo, es la menos preparada para tal crisis. Las regiones afectadas son el hogar de miles de desplazados internos que ya viven en condiciones terribles como tiendas de campaña y chozas improvisadas, con muy poca infraestructura de servicios de salud y de emergencia en la que confiar.
Con el polvo de la catástrofe aún asentándose, los analistas regionales se concentran en los impactos a largo plazo que podría tener en Turquía, un país cuya población de 85 millones de personas ya estaba sumida en problemas económicos, y cuyo ejército, economía y presidente tienen un gran impacto mucho más allá de sus fronteras.