Imagen del primer ministro japonés Fumio Kishida. Crédito_ Wikipedia: por 首相官邸, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=112128528
El gobierno japonés ha aprobado un paquete de rearme masivo, el mayor desde 1945.
El gobierno japonés aprobó hoy, viernes 16 de diciembre, un acuerdo histórico que supondrá el mayor rearme militar de la nación desde 1945. Liderado por el primer ministro, Fumio Kishida, el gabinete dio luz verde a tres nuevos documentos que marcan la hoja de ruta de Defensa para el próxima década.
Entre sus directrices destaca un aumento del 50 por ciento del gasto militar entre 2023 y 2027 respecto a los cinco años anteriores, alcanzando un gasto total de aproximadamente 296.000 millones de euros.
Esta cantidad equivale al 2 por ciento del PIB de Japón, que compara su nivel de gasto con el de los países de la OTAN y rompe el techo de menos del 1 por ciento que Tokio mantenía desde la década de 1960.
La noticia de hoy no habría sido una sorpresa para los ciudadanos del país. Durante su mandato, Shinzo Abe –el ex primer ministro asesinado este verano– se mostró firme partidario de dotar de mayores poderes a sus Fuerzas Armadas y de modificar la Constitución pacifista que Washington le impuso tras su derrota militar en 1945, según informa lavanguardia.com.
En esta línea, desde que llegó al poder el año pasado, Kishida ha abanderado una campaña para incidir en la necesidad de rearmarse tras el auge de los lanzamientos de misiles norcoreanos. También hay desafíos crecientes de China, que el nuevo plan define como “un desafío de situación estratégica sin precedentes”.
La invasión de Rusia a Ucrania, un país con el que Japón mantiene arraigadas disputas territoriales, también ha puesto de manifiesto la necesidad de defender el territorio japonés. La presencia de Kishida en la cumbre de la OTAN en Madrid -la primera de un líder japonés en toda la historia de la organización- reforzó ese mensaje.
Otra de las grandes novedades es la adopción de la denominada ‘capacidad de contraataque’. Según los documentos, Japón debe tener los medios militares para atacar objetivos en territorio enemigo «dentro de las medidas mínimas necesarias de autodefensa», para enfrentar el «entorno de seguridad más severo desde la Segunda Guerra Mundial».
Los documentos establecen tres condiciones para poder llevar a cabo estos ‘contraataques. En caso de agresión contra Japón o un país aliado que comprometa la supervivencia del país japonés, cuando no existan medios adecuados para repeler el ataque y siempre que el uso de la fuerza sea el mínimo posible.
Pese a la inclusión de estas cláusulas, la medida ha generado numerosas críticas dado su difícil encaje con la Carta Magna, cuyo artículo 9 establece que su Ejército -250.000 soldados en activo y otros 60.000 en la reserva- sólo puede recurrir a la fuerza para defenderse, y renuncia a la guerra como forma de resolver los conflictos.
Kishida dijo en una conferencia de prensa que las capacidades defensivas actuales de Japón «no son suficientes» frente a las amenazas que plantean los avances en las tecnologías de misiles hipersónicos, capaces de cambiar su trayectoria o lanzar múltiples proyectiles simultáneamente. Por ello, ‘la capacidad de realizar contraataques es fundamental’, añadió.
Para dotarse de estas nuevas capacidades, el país prevé adquirir armas de ataque de larga distancia, entre las que destacan la compra de misiles de crucero Tomahawk de fabricación estadounidense -con un alcance de más de 1.000 km- y el desarrollo nacional de misiles hipersónicos. novedades, junto con misiles guiados antibuque y drones de combate.
El anuncio de la nueva estrategia fue recibido con manifestaciones frente a la oficina del primer ministro. ‘Durante los últimos 80 años, después de la Segunda Guerra Mundial, hemos tenido una política de tratar de frenar el gasto militar y hemos renunciado a la fuerza. Ahora el gobierno está destruyendo esta política’, dijo Shigeo Kimoto, uno de los organizadores de la convocatoria, al EFE agencia de noticias.
Muchos japoneses también están preocupados por cómo pagará el gobierno su nuevo plan de inversión en armas, especialmente si eso significa impuestos más altos.
El plan también despertó sospechas entre algunos de sus vecinos como Corea del Sur y China, donde aún está fresco el recuerdo de la agresión japonesa en la primera mitad del siglo XX. ‘Exaltar la llamada amenaza china para encontrar una excusa que justifique su militarización está condenado al fracaso’, criticó desde Pekín el portavoz de Asuntos Exteriores Wang Wenbin.
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