Yoon ha hablado de la necesidad de que los líderes de los dos países se comuniquen y se reúnan con más frecuencia, pero el legado del dominio colonial de Japón y la ocupación de Corea durante la guerra aún podrían frustrar sus esfuerzos.
El último tema que inflamó la vieja animosidad fue un fallo judicial de Corea del Sur que establece que las empresas japonesas deben compensar a los surcoreanos obligados a trabajar para Japón durante su ocupación.
En 2018, la Corte Suprema de Corea del Sur ordenó a Mitsubishi Heavy que indemnizara a las víctimas, pero la compañía no lo ha hecho, y Japón argumentó que el asunto se resolvió en virtud de un tratado de 1965.
El problema provocó la ira de ambos lados y amenazó con dañar su comercio y socavar su cooperación en seguridad.
Yoon se ha referido a las malas relaciones de los vecinos como “el talón de Aquiles de la cooperación entre Corea del Sur, Estados Unidos y Japón”. Él y Kishida ya acordaron impulsar los lazos tripartitos con Estados Unidos para responder a Corea del Norte.
Estados Unidos ha presionado durante mucho tiempo a sus aliados asiáticos para que trabajen juntos más estrechamente, y los analistas dicen que la creciente competencia con China y la invasión rusa de Ucrania han hecho que los países europeos se interesen cada vez más en construir lazos en Asia.
“Corea del Sur y Japón son los pilares en el noreste de Asia y su influencia se irradia mucho más allá de la subregión”, dijo a Reuters Michael Reiterer, profesor de la Escuela de Gobernanza de Bruselas y exembajador de la Unión Europea en Corea del Sur.
“Espero que el alcance del presidente electo caiga en terreno fértil en Japón; es necesario reconstruir la confianza”.