DAVOS, SUIZA—Uldarico Matapí Yucuna, de 63 años, suele ser llamado el último chamán de los Matapi, un grupo indígena de menos de 70 personas que vive a lo largo del río Mirití-Paraná en la selva amazónica colombiana. Su padre era chamán y le enseñó conocimientos ancestrales, incluido el uso de plantas para tratar todo tipo de enfermedades. Pero Uldarico rechaza el título porque en lugar de vivir con su gente, desde hace 30 años está en Bogotá documentando por escrito lo que queda de ese conocimiento.
Una vez que un pueblo nómada, en la década de 1980 los Matapi se vieron obligados a vivir en una reserva con otros cinco grupos étnicos, donde las tradiciones y el idioma, ya amenazados por la colonización, se marchitaron aún más. “Estamos perdiendo la esencia de nuestro conocimiento espiritual de las plantas medicinales”, dice Uldarico, cuyo apellido es el de su tribu. “Un conocimiento que no se puede traducir a otros idiomas.”
Un estudio presentado en el Foro Mundial de Biodiversidad 2022 aquí la semana pasada revela que muchos grupos indígenas enfrentan el dilema de Uldarico. Al vincular la información lingüística y biológica, los autores muestran que la mayor parte del conocimiento indígena sobre plantas medicinales está vinculado a lenguas amenazadas, y que la pérdida de lenguas es un peligro aún mayor para la supervivencia de dicho conocimiento que la pérdida de biodiversidad. “Cada vez que muere una lengua indígena, es como si se estuviera quemando una biblioteca, pero no la vemos porque está en silencio”, dice el coautor del estudio Rodrigo Cámara Leret, biólogo de la Universidad de Zúrich (UZH).
De las 7000 lenguas indígenas que aún se hablan, el 40% está en peligro de desaparecer, según Naciones Unidas. Y el 80% de la biodiversidad restante en el mundo se encuentra en territorios indígenas.
En el nuevo estudio, los investigadores revisaron la literatura, incluidos los primeros registros de los colonizadores, para mapear los usos de las plantas medicinales y los idiomas indígenas en tres regiones: América del Norte, el noroeste del Amazonas y Nueva Guinea. Encontraron alrededor de 12.000 usos medicinales para más de 3000 plantas, conocidas por personas que hablan 230 lenguas indígenas en estas regiones. Pero más del 75% de este conocimiento reside en uno solo de estos idiomas.
Tal conocimiento es diverso. Los Tucano del Río Negro en Brasil, por ejemplo, usan la corteza del árbol Leptolobium nitens en flechas para paralizar a los animales que cazan. El pueblo Siona en Colombia y Ecuador aplica un látex lechoso del árbol Euphorbia hirta para tratar las infecciones fúngicas de los pies.
“La mayoría de este conocimiento es único”, dice Jordi Bascompte, ecologista de la UZH y coautor del estudio, que también fue publicado en el procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias. “Si el idioma desaparece, se pierde”.
Las Naciones Unidas enumeran todos los idiomas indígenas en el Amazonas occidental como en peligro de extinción, lo que hace que el conocimiento botánico acumulado de esos grupos también esté en peligro. En América del Norte, las lenguas en peligro de extinción representan el 86% del conocimiento único sobre plantas medicinales; la cifra es del 31% en Nueva Guinea, según el estudio.
Los autores dicen que tal conocimiento comienza a erosionarse incluso antes de que los idiomas se extingan. En algunos grupos estudiados, los hablantes actuales ya no reconocen las plantas medicinales o no saben qué mezclas hacer y cómo prepararlas, dice Cámara Leret. “No hay aprendices”, dice. “Con las tradiciones orales, si no se lo cuentas a los demás mientras estás vivo, desaparece”.
Uldarico agrega que la traducción no es suficiente para transmitir el conocimiento de su cultura sobre cómo usar las plantas para curar. Un chamán es como un farmacéutico además de un médico, con un conocimiento que va mucho más allá de las identificaciones de plantas que podrían traducirse o la simple coincidencia de una planta con un síntoma, dice.
Es posible que gran parte del conocimiento ya se haya desvanecido sin ser registrado, señalan los investigadores. “Solo cubrimos la punta del iceberg”, dice Cámara Leret.
En contraste con la alta proporción de lenguas amenazadas, menos del 4% de la flora medicinal en las tres regiones cubiertas por el estudio está en peligro de extinción. “Estamos perdiendo conocimientos a un ritmo mayor que la biodiversidad”, dice Bascompte.
Los resultados son consistentes con investigaciones anteriores, dice Victoria Reyes-García, antropóloga de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados. El estudio de su equipo con el pueblo Tsimane de Bolivia mostró que los adultos han estado perdiendo alrededor del 3% de su conocimiento sobre los usos de las plantas cada año, mucho más que las tasas estimadas de pérdida general de biodiversidad en el mundo.
Sin el conocimiento indígena, podrían perderse preciosos compuestos naturales que podrían generar drogas. Menos del 5% de las plantas medicinales utilizadas por el pueblo ticuna, cuyo conocimiento etnobotánico es uno de los mejor estudiados en la Amazonía, han sido tamizadas por sus actividades biológicas, dice Cámara Leret.
Las culturas indígenas poseen conocimientos ancestrales más allá de las medicinas, agrega la lingüista Ana Vilacy Galucio, del Museo Emílio Goeldi Paraense de Brasil. “Las lenguas indígenas abarcan sistemas completos de conocimiento sobre la biodiversidad, la organización social y la gestión del medio ambiente”, dice Galucio, quien trabaja en proyectos para documentar y revivir las lenguas indígenas.
“La pérdida de la cultura es también una pérdida de nuestra capacidad para adaptarnos y encontrar soluciones a los crecientes problemas ambientales”, agrega Tania Eulalia Martínez Cruz, una mujer indígena ayuuk de México e investigadora de ciencias sociales en la Universidad de Bruselas. Ella señala, por ejemplo, cómo los indígenas de Oaxaca en México han desarrollado formas de cultivar plantas durante las sequías.
Para Uldarico, las amenazas a la cultura y el medio ambiente son dos caras de la misma moneda. “La complejidad de las plantas medicinales es un saber territorial”, dice. “Cuando destruyes un territorio, destruyes la naturaleza, el conocimiento, nuestras prácticas y nuestra vida”.
Esta historia se produjo como parte de la subvención de viaje de la Iniciativa de Medios de Biodiversidad de la Red de Periodismo de la Tierra de Internews para el Foro Mundial de Biodiversidad 2022.