Las fuerzas armadas de la República Democrática del Congo han acusado a Ruanda de enviar 500 fuerzas especiales disfrazadas al territorio congoleño, la última acusación en una creciente disputa entre los vecinos.
Congo acusa a Ruanda de apoyar activamente al grupo rebelde M23, que ha estado librando su ofensiva más sostenida en las fronteras orientales del Congo desde que capturó vastas extensiones de territorio en 2012-2013.
Ruanda lo niega y acusa a su vez al ejército congoleño de disparar contra su propio territorio y de luchar junto a las FDLR, un grupo armado dirigido por la etnia hutus que huyó de Ruanda tras participar en el genocidio de 1994.
En un comunicado, el ejército congoleño dijo que 500 fuerzas especiales ruandesas, que vestían un uniforme verde y negro que es diferente de su uniforme regular, se habían desplegado en el área de Tshanzu en la provincia de Kivu del Norte, que limita con Ruanda.
Pidió a la población local que tenga cuidado y denuncie a cualquiera que vea con uniformes verdes y negros.
La declaración también dijo que los rebeldes del M23, apoyados por Ruanda, habían atacado una fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en el área de Rutshuru, también en Kivu del Norte, y habían herido a tres cascos azules de Tanzania.
El gobierno de Ruanda y la misión de las Naciones Unidas en el Congo no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios.
Los últimos enfrentamientos en el este del Congo han obligado a decenas de miles a huir de sus hogares en una región que ha tenido poco respiro de la guerra desde que Ruanda y Uganda invadieron en 1996, citando amenazas de grupos de milicias locales.
El M23 es el último de una serie de insurgencias lideradas por la etnia tutsi que se levantan contra las fuerzas congoleñas, afirmando defender los intereses tutsis contra las milicias de la etnia hutu.