La trata de personas genera alrededor de $150 mil millones al año en todo el mundo en ganancias ilegales, según la Organización Internacional del Trabajo, y plantea un desafío complicado para las principales cadenas hoteleras.
En 2020 hubo más de 10,000 casos reportados de trata de personas en los EE. UU., con el 72% de ellos relacionados con la trata sexual, según la Línea directa nacional de trata de personas. Los hoteles y moteles se encuentran entre los lugares más comunes para el tráfico sexual debido al fácil acceso, la disposición a aceptar dinero en efectivo y la falta de mantenimiento de las instalaciones.
La pandemia de Covid-19 solo ha exacerbado el problema, ya que los delincuentes abusan de la nueva tecnología hotelera, como el check-in sin contacto, lo que hace que sea más difícil detectar signos de tráfico. Mientras tanto, las demandas por tráfico sexual continúan acumulándose contra las cadenas hoteleras.
Una ley aprobada en 2000 para tipificar como delito el tráfico penaliza a las entidades privadas que permiten o son cómplices del acto ilegal. Desde entonces, las principales marcas de hoteles, así como los moteles más pequeños, han sido demandados por negligencia, lucrarse y promover el tráfico sexual.
Hoteles como Marriott, Hilton y Hyatt han implementado sus propios requisitos de capacitación en trata de personas para los empleados. Se le pide al personal del hotel que busque señales de advertencia, como pagar en efectivo, llevar algunos artículos personales y rechazar el servicio de limpieza durante varios días.
La mayoría de los hoteles y moteles están de acuerdo en que tienen la responsabilidad de detectar, controlar y denunciar el tráfico potencial.
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