¿Qué tienen en común un fabricante de papel higiénico, un veterinario, el dueño de una cafetería y un chef de sushi en Argentina? El dólar o, más bien, los dolores de cabeza que sufren para conseguirlo.
La escasez de dólares es un problema de larga data en el país y está asociada a la desconfianza de los argentinos en su propia moneda por las sucesivas crisis, sobre todo en períodos de inflación acelerada e inestabilidad política como la actual.
A fin de preservar el poder adquisitivo, los ciudadanos ahorran en esa moneda, mientras que las empresas e inversores dolarizan sus ganancias. El problema es que ahora no hay dólares para todos.
Con restricciones ya vigentes para comprar dólares para ahorros o viajes, el Banco Central limitó en junio el uso de divisas para la importación, una medida que está perjudicando a la industria, causando faltas de productos y aumentos de precios que empujan peligrosamente al país a una inflacion anual de tres digitos.
Daniel Rosato fabrica papel higiénico y de cocina en una planta situada en un suburbio al sur de Buenos Aires y en la que trabajan 140 empleados. Su producción está afectada por las dificultades para importar celulosa, la cual ya escaseaba por la guerra en Ucrania.
El trasfondo es la pelea que mantiene al presidente Alberto Fernández y su poderosa vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) por el rumbo de la economía.
Esta disputa derivó en la renuncia del ministro del área Martín Guzmán, afín al presidente, y su reemplazo por Silvina Batakis, una economista heterodoxa más cercana a la visión intervencionista de Fernández de Kirchner.
El Banco Central regula en la práctica el comercio exterior de Argentina, ya que decide, según criterios de facturación e importancia del insumo, entre otros, cuántos dólares le libera a los importadores y en qué plazo.
Los importadores que acceden a estos billetes pagan 130 pesos por dólar. Si no cuentan con la aprobación de la autoridad monetaria se ven obligados a recurrir al llamado dólar contado con liquidación, un mecanismo legal por el cual pueden hacerse de divisas mediante la compra de acciones o títulos de deuda.
El problema es su cotización: 300 pesos por unidad. Esta diferencia aumenta el riesgo, reduce la producción y como efecto dominó provoca problemas de abastecimiento.
El café es otra materia prima que Argentina importa en su totalidad, con un consumo promedio de un kilo anual per cápita. El 70% de los argentinos desayuna con café.
“El café… subió 120% en el último año y medio. Al darnos los cupos en dólares, compramos menor cantidad de café por los mismos dólares”, detalló Martín Cabrales, vicepresidente de la empresa familiar Café Cabrales.
Juan Pablo Ravazzano, presidente de la Cámara Argentina de Empresas de Nutrición Animal (CAENA), contó que desde hace dos semanas no se pueden importar “micro ingredientes” -vitaminas, minerales y aminoácidos, entre otros- imprescindibles en la dieta de los animales.
CAENA adelantó que en menos de un mes habrá faltante de alimento para mascotas en veterinarios y que a más a largo plazo provocará un aumento en la mortalidad animal.
Los analistas pronostican que será inevitable una aceleración de la inflación en julio, entre otras razones, por el impacto de las restricciones a las importaciones. La inflación de junio fue de 5,3% y acumula casi 36,2% en lo que va del año.
La metalúrgica familiar Metalcrom produce piezas para maquinaria agrícola y el sector petrolero con barras de acero y válvulas importadas. Un proveedor en Italia ya le detectó que no está dispuesto a esperar los 180 días, el plazo que el Banco Central fijó para recuperar los dólares.
“No hay ningún proveedor en el mundo que a la Argentina le preste a 180 días”, afirmó su dueño, Alejandro Bartalini, de 61 años.
Como en otras tantas crisis económicas a lo largo de su historia los argentinos recurren al ingenio para salir a flote.
El chef Sergio Asato, descendiente de japoneses, es propietario del restaurante Social Sushi Izakaya, especializado en sushi. El salmón, ingrediente fundamental del menú, se importa principalmente de Chile y en la última semana su precio aumentó 100%.
Como es imposible trasladar ese costo al precio final y por temor al cierre del restaurante, Asato y otros gastronómicos acordaron ofrecer sushi con variedades de pescado local como corvina, trucha, pejerrey y caballa, entre otros.
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