Éste es otro ejemplo de despilfarro grotesco en un país cuyo crecimiento cada vez más lento pesa sobre la economía mundial.
También es una prueba de que estamos dejando atrás los años en que China era el principal responsable del aumento de las emisiones globales. El menor apetito de Estados Unidos por el carbón ha ayudado a contener la contaminación de efecto invernadero en los últimos 15 años. Es posible que China haga lo mismo, en una escala mucho mayor, en los próximos 15 años.
LAS RESERVAS DE CARBÓN DE CHINA SE ESTÁN DEGRADANDO LENTAMENTE
Es fácil imaginar una reserva de combustible sólido como una batería lista para descargarse, una bóveda de lingotes de oro o una reserva estratégica de crudo a la espera de ser extraída. Sin embargo, el carbón no funciona así.
En cambio, es más bien como un silo de maíz que se degrada y pierde valor cuanto más tiempo se deja allí. Con el tiempo, reacciona con el oxígeno del aire y pierde potencia gradualmente. En casos extremos, esto puede hacer que las reservas se calienten y se incendien espontáneamente. Incluso en casos menos dramáticos, una pila puede perder aproximadamente una cuarta parte de su contenido energético cada año.
Pensar en las reservas de China de esa manera ayuda a explicar varios factores del mercado que de otra manera parecen desconcertantes. Por ejemplo, el precio del hollín en Qinhuangdao solía ser el reflejo del inventario nacional de carbón: cuando los inventarios eran altos, los precios en el puerto al este de Beijing caían porque había abundantes suministros, y viceversa.
Esa relación se rompió a principios de 2022. La última vez que las reservas de carbón de China se dispararon a mediados de la década de 2010, los precios eran menos de la mitad de su nivel actual porque los vendedores en un mercado sobreabastecido luchaban por deshacerse de su carbono a cualquier precio.